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Consideraciones generales sobre la oración

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El Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, comparaba la oración con un río en el que te bañas cinco veces al día

Para comprender parte de la importancia del salat no hay más que fijarse en la manera en que fue ordenada a la humanidad. Fue lo que trajo el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, cuando fue llevado a través de los siete cielos en su Ascensión hasta llegar a la presencia de Allah. Se sabe que en ese momento se le ordenaron cincuenta oraciones diarias, que fueron gradualmente reducidas a las cinco que ahora hacemos, y que gracias a la generosidad de Allah reciben la misma recompensa que las cincuenta originales. Esto significa que el salat contiene el secreto del pináculo de la experiencia humana: el encuentro cara a cara del Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, con Allah, bendecido y ensalzado sea.

Muchos musulmanes no se dan cuenta de que las palabras del tashahhud, que se recitan cuando se está sentado en la oración, son un recordatorio de lo que pasó entre el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, y su Señor, glorificado sea, en aquel encuentro impresionante. El Profeta dijo: “at-tahiyyatu lillah az-zakiyyatu lillah at-tayyibatu’s-salawatu lillah” (Todos los saludos son para Allah, toda la pureza pertenece a Allah y todas las oraciones buenas pertenecen a Allah). Y Luego Allah dijo: “as-salamu ‘alayka ayyuha’n-nabiyyu wa rahmatullahi wa barakatuh” (La paz sea contigo, oh Profeta, y la misericordia y las bendiciones de Allah). A esto respondió el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz: “as-salamu ‘alayna wa ‘ala ‘ibadillahi’s-salihin” (La paz sea con nosotros y con todos los esclavos de Allah que actúan rectamente). Así pues, cada vez que el musulmán hace la oración está, en cierto modo, conectándose de nuevo con esa suprema posibilidad humana y dando paso al potencial más elevado de su consciencia individual.

El salat es el medio más elevado que Allah, ensalzado sea, ha dado a la humanidad para que no abandone el camino de la Verdad, el camino que lleva a Su misericordia y a Su perdón y a todo lo que hay de bueno en este mundo y en el otro. En cierto modo, es una cuerda de seguridad que conecta a la gente con el Viviente que nunca muere; y que Allah lo haya hecho obligatorio cinco veces al día garantiza que esa conexión no se romperá jamás. El Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, comparaba el salat a un río en el que te bañas cinco veces al día; y luego preguntó a los que estaban con él si quedaría alguna suciedad en ese cuerpo. Los Compañeros presentes contestaron que por supuesto que no. (Al-Bujari, Muslim, at-Tirmidhi, an-Nasa’i).

Hacer la oración de forma constante y regular impide que se bloquee la conexión con el Señor. Elimina las acciones menores incorrectas que se cometen entre una oración y otra. Tras las dos shahadas, el salat es el pilar más grande del Islam. Allah la ha hecho obligatoria para que se eleve el rango de la persona, se multipliquen sus buenas acciones, se libre de los errores y de las malas acciones, y para por fin admitirla en los Jardines del Paraíso salvándola del Fuego del Infierno.

Pero como toda bendición, la oración es una espada de doble filo. Para los que cumplen con ella, será una fuente de luz en el corazón y en la tumba en el Día del Levantamiento. Será la prueba que necesitan para salvarse del terrible castigo de ese Día, porque como sabemos de Yahya ibn Sa’id en al Muwatta: “La primera acción que se tomará en cuenta el Día del Levantamiento será el salat. Si se acepta, las demás acciones serán sopesadas; pero de lo contrario, ninguna otra acción será considerada”. Si la gente abandona o desprecia la oración, estará en su contra en el Día que más la necesiten. Allah, glorificado sea, dice en la Sura Maryam:

“Después les sucedió una generación que abandonó la Oración y siguió las pasiones; pero ya encontrarán perdición”. (Surat Maryam, 19: 59)

Y el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, dijo:

“Abandonar la oración lleva a la incredulidad y a que surjan asociados entre el hombre y Allah”.

El lugar que ocupa la oración en el Islam es comparable al del mástil principal en una tienda de campaña: si éste ocupa su lugar, la tienda podrá usarse y el resto de postes, cuerdas y estacas desempeñarán su función; de no ser este el caso, la estructura colapsa y no sirve para nada. En este contexto es importante recordar que Allah, ensalzado sea, no sólo ordena a la gente hacer el salat, sino que les dice que lo establezcan, lo cual, como coinciden todos los comentaristas coránicos, significa mucho más que la mera realización del número necesario de raka’ats en un momento dado. En primer lugar, incluye las condiciones previas de pureza, lugar, ropas adecuadas y la dirección mencionada antes, pero también ciertas dimensiones políticas y sociales que forman parte fundamental del salat.

Estas se ponen de manifiesto en el Salat al-Ŷumu’a que se celebra cada viernes cuando es obligatorio para todos los hombres de la comunidad asistir a la oración. Podría incluso decirse que la dimensión política de una comunidad se evalúa según el grado de asistencia a la oración Ŷumu’a. Debe recordarse, sin embargo, que los primeros musulmanes consideraban que la asistencia de los hombres a la mezquita para hacer todas las oraciones, era una parte esencial del establecimiento del salat.

 

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