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La justicia social en el Islam

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Todo ser humano desea disfrutar de una justicia social allá donde viva

Con motivo del día mundial de la justicia social, 20 de febrero.

Como seres humanos, todos buscamos y anhelamos un fin común; una sociedad justa. Deseamos siempre poder disfrutar de una justicia social dondequiera que estemos viviendo. Es una aspiración que todos tenemos.

El modelo de sociedad más justo que se ha podido ver sobre la faz de la tierra en la historia de la humanidad es el de la sociedad de los primeros musulmanes en la ciudad de Medina al-Munawwara. Aquella de las tres primeras generaciones de musulmanes. En el Corán, Allah dice, dirigiéndose a esta gente específicamente, y, por extensión, a todos aquellos musulmanes rectos que sigan sus pasos:

“Sois la mejor sociedad que ha surgido en bien de los hombres” (Al ‘Imran, 3:110)

Cuando Muhammad fue enviado como profeta a la ciudad de Meca, se encontró con una sociedad ya establecida y muy antigua. El impacto que su mensaje tuvo entre los árabes de Meca, y también en otros lugares, fue absolutamente estremecedor. Deberíamos pararnos un minuto a analizar la clase de sociedad a la que fue enviado el Profeta Muhammad realmente.

Algunos orientalistas intentan difundir la idea de que se trataba de una banda de nómadas caóticos, errando por el desierto sin rumbo ni estructura, y alegan que esa es la razón por la que el mensaje tuvo un impacto en ellos.

Meca era ya una ciudad de 2.600 años de antigüedad y era un importantísimo centro de comercio en la Península Arábiga. La tribu de los Quraish tenía una red de comercio muy bien establecida y fuertes vínculos comerciales con toda la zona del Sham, el área que cubre lo que actualmente sería Siria, Jordania y Palestina. También tenían una sólida estructura económica, basada, en gran parte, en la usura.

En esa sociedad pre-islámica, conocida como Yahiliyya, tenían normas y era una sociedad organizada. Aunque, por supuesto, en sus prácticas y creencias estaban desviados y tenían algunas costumbres barbáricas e idólatras, la sociedad de Yahiliyya era también compleja y sofisticada.

Si al Profeta Muhammad, la paz sea con él, se le considera un reformador, necesariamente tenía que haber una sociedad que pudiera reformar y transformar. La gente de esa parte de la Península Arábiga, llamada Hiyaz, que es la franja que pega al Mar Rojo, tenía algunas cualidades buenas. El Islam no las eliminó, sino que actuó de filtro. Dejó y rechazó los hábitos deplorables que se encontraban en sus costumbres y adoptó los buenos y beneficiosos.

Se pueden obtener beneficios del estudio de todo el proceso de transmisión del mensaje por parte del Profeta Muhammad, la paz sea con él. Sin embargo, cuando se trata del establecimiento de una sociedad justa y pura, basada en el hacer las cosas bien por la consciencia de que Dios todo lo ve y pedirá cuentas por las acciones, tenemos que mirar particularmente al escenario de Medina, donde la sociedad modelo se hizo realidad.

Cuando el desarrollo de esta nueva sociedad justa se hizo extremadamente difícil en Meca y las restricciones y amenazas eran constantes, el Profeta y los musulmanes emigraron a Medina y es entonces cuando empezó a implementarse la justicia y “la sociedad más justa”, que es el tema que nos ocupa hoy, comenzó realmente a desarrollarse y ser una realidad.

El Profeta Muhammad, la paz sea con él, gobernó en Medina con la justicia más elevada vista nunca.

La legitimidad de un gobierno depende de su ejecución de la justicia y el factor motivador para mantener la justicia es la consciencia de Dios y la consciencia de la rendición de cuentas a Él en el Día del Juicio, lo que se llama Taqwa.

En otras palabras, tenemos la fórmula, el modelo de gobierno está ahí, ya existe; es el que se nos mostró claramente a través del Mensajero, aplicado en aquel momento en Medina. Pero no podemos esperar que si se aplica a cualquier sociedad sea exitoso, no. La razón por la que funcionó en aquel entonces -y más tarde en la historia, en algunas otras sociedades musulmanas- fue porque los miembros de esa comunidad humana tenían Taqwa. Para que funcione, la sociedad que lo aplica debe estar formada por hombres y mujeres que tienen esa consciencia.

El Profeta Muhammad, la paz sea con él, logró establecer con éxito la justicia social en la Ciudad Iluminada (Medina al-Munawwara). Consiguió cambiar la actitud de la gente con respecto a la riqueza, que fue un aspecto clave para lograr dicho éxito. Fue uno de los principales factores que llevaron al logro del gran triunfo del establecimiento en Medina de una sociedad de justicia.

Otro factor muy importante y que es digno de recordar es que la base, los cimientos sobre los que se construyó esta sociedad fueron absolutamente firmes. Estaba formada por hombres y mujeres que tenían una convicción totalmente sólida e inamovible. Tenían una relación con lo Divino. Tenían la convicción total de que el Islam es el único contrato y transacción de la existencia: el contrato y la transacción entre el ser humano y su Señor, entre el Creador y el creado  Habían aceptado al Profeta (como Mensajero y como gobernante) y, por lo tanto, habían aceptado su establecimiento de la justicia y la Shari’ah.

Solo con esas condiciones previas, el Islam puede ser declarado como establecido y la Shari’ah puede ser aplicada.

Por lo tanto, puede haber habido sociedades cercanas a la justicia, a lo largo de la historia de la humanidad; pero la que realmente alcanzó el culmen fue la sociedad de la primera generación de musulmanes en Medina. Y si nos fijamos en esa sociedad concreta, nos damos cuenta de qué componentes tiene. Algunos de sus elementos son claves e indispensables; pero el más esencial de todos es el Islam.

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