La visión científico-materialista del universo

visión mundo

Hay que abandonar la visión científico-materialista de mundo para aceptar sin reservas que “No hay más dios que Allah” y todo lo que ello implica.

En el artículo de ayer vimos cómo la revolución científica del siglo XVII dio como resultado una nueva visión, en el que la gente empezó a ver el mundo en que vivía de forma completamente diferente.
Pasado ese tiempo, y debido a la nueva comprensión del universo físico que introdujo la invención del telescopio, la gente se vio obligada a considerarse como los habitantes de una masa mineral insignificante, la mera parte de un sistema planetario menor que es uno más de los innumerables sistemas perdidos en la inmensidad del espacio infinito. Los posicionamientos filosóficos de hombres como Descartes y Hobbes, además de las teorías y descubrimientos de Galileo y Newton, postulaban un universo en el que todo tenía explicación en términos de fuerzas interdependientes, interactivas y consecuentes consigo mismas, que no necesitaban estímulos que procediesen del exterior del universo. Dios ya no era necesario, según ellos; todo podía explicarse sin recurrir a la intervención Divina. En lo que respecta a intenciones y objetivos, lo Divino había sido expulsado del universo físico.

El alcance de la visión científico-materialista en el mundo

Esta visión de la existencia científico-materialista ha sido inculcada en la práctica totalidad del planeta desde la más tierna infancia. La visión científica del mundo ha invadido cada uno de los aspectos de la vida y todos los rincones del planeta, y nuestra educación sirve para afianzarla y estructurarla; y nadie ha podido eludir su influencia. Ya sean ilustrados o analfabetos, ricos o pobres, musulmanes o no musulmanes, casi todos contemplan la existencia a través del telescopio de Galileo y ven un universo mecanicista newtoniano que está impregnado del dualismo Cartesiano; y esto hace que sea muy difícil, sino imposible, aceptar sin reservas que “No hay más dios que Allah” y todo lo que ello implica.
Si esta visión de la existencia newtoniana hubiese demostrado ser una descripción completa y minuciosa de cómo son las cosas, sería difícil ver la relevancia del significado profundo de la primera shahada; pero la verdad es que, incluso en sus propios términos, la visión de Newton ha demostrado ser muy incompleta y con una comprensión cada vez más inadecuada de la naturaleza física de la existencia. Las partes que componen la materia y la naturaleza de la interacción entre los cuerpos físicos, ha resultado ser mucho más compleja y misteriosa que la postulada por Galileo, Newton, sus contemporáneos y sus sucesores de los siglos dieciocho y diecinueve.

En el siglo XX empiezan a verse lagunas a la visión materialista

Conforme avanzaba el siglo XX empezaron a aparecer fatídicas grietas en el edificio indestructible de la ciencia mecanicista; lo curioso es que no procedían del exterior –ya no quedaba nada lo suficientemente fuerte como para atacarlo– sino desde dentro. La materia, esa substancia sólida sobre la que se cimentaba el mencionado edificio y con la que estaba construido, se descubría ahora que era muy diferente a lo que se suponía. Aquel espíritu de investigación y experimentación, que había sido la energía que propició e hizo surgir la revolución científica, atestiguaba ahora la anulación de muchos de sus dogmas.

Muchos científicos empezaron a descubrir errores e incongruencias

Rutherford y Bohr demostraron, sin lugar a dudas, que el átomo, el elemento básico con el que está construido la existencia, contiene en su mayor parte un espacio vacío. Max Planck demostró que varias de las premisas básicas de la física clásica eran erróneas. En el flamante edificio de la física clásica comenzaban a aparecer grietas, y cuando Werner Heisenberg formuló su célebre principio de la incertidumbre, el zorro entraba en el gallinero. El modelo atómico de Rutherford, con sus partículas diminutas viajando por un espacio vacío, había sido un duro revés para el concepto clásico de la materia sólida. Pero la nueva transformación de la materia en una especie de difuso modelo ondulatorio, significaba que las cosas eran aún peor. Esta serie de zozobras se disipó por completo con la relación de incertidumbre de Heisenberg que cuestionaba la existencia del concepto mismo de la solidez. El determinismo, la conexión entre causa y efecto, estaba considerado como la roca firme sobre la que se asentaba la filosofía natural; pero los descubrimientos de Heisenberg pusieron fin a esas pretensiones.

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