La virgen Maria

Las condiciones del dua’ aceptado

dua

Uno de los aspectos esenciales del dua’, que realmente es uno de sus requisitos y condiciones, es la sinceridad

En el último artículo hablamos sobre el valor y la importancia del dua’, sobre la necesidad que tenemos de él, sobre la importancia que tiene en nuestras vidas porque, como ya dijimos, es una herramienta que Allah pone a nuestra disposición –y que desea que empleemos─ para alcanzar lo que deseamos, para aliviar nuestra carga y para, como mínimo, tranquilizar y sosegar nuestro corazón. Hoy hablaremos sobre sus condiciones y requisitos.

Describimos el dua’ como el arma del creyente, algo sobre lo que, uno de los grandes hombres de conocimiento en el Islam, dijo: “El dua’ es como un arma, y un arma sólo es buena si la persona la utiliza; no es simplemente una cuestión de cuán afilada está. Si el arma es perfecta, sin defectos, y el arma o la persona que la utiliza es fuerte y no hay nada que lo detenga, entonces podrá derrotar al enemigo. Pero si alguna de estas características falla, entonces el efecto será incompleto”.

No te sirve tener un arma muy afilada, no te beneficia en nada tener un arma muy potente si no la usas, o mejor dicho, si no la usas en aquello para lo que ha sido creada. Por eso debemos saber que el dua’ no es pedir a Allah sin más, es algo mucho más grande que eso, y por ello se dice –como dijimos en el último artículo─ que es adoración, es ibadah, por todos los aspectos que contiene.

Uno de los aspectos esenciales del dua’, que realmente es uno de sus requisitos y condiciones, es la sinceridad. Sinceridad a la hora de pedir a Allah. No Le pides para ver qué pasa, no Le pides por si acaso, sino que Le pides con total y absoluta sinceridad, Le pides confiando en la respuesta y, sobretodo, Le pides porque eres sincero contigo mismo y reconoces que, quien de verdad puede hacer que alcances lo que quieres, es Allah, subhanahu wa ta’ala.

Le pides con constancia y esperanza en la respuesta; no dejes de pedirle por desesperación, de pedirle tanto en la dificultad como en la facilidad, de recordar las malas acciones cometidas y pedir perdón por ellas, de recordar los dones que nos han sido entregados y dar gracias a Allah por ellos.

Al mismo tiempo, Le estás pidiendo con humildad y entrega, estás pidiendo, suplicando, implorando, nunca estás exigiendo. Y esto es lo que desgraciadamente mucha gente no entiende y le lleva a abandonar el dua’. Exige a Allah, Le pide algo y lo quiere ya, lo quiere ahora, quiere que sea inmediato y de la forma exacta en que lo ha pedido… Y ve que Allah no se lo concede; y entonces desespera, tiene mala opinión de Allah, abandona el dua’ y empieza a poner su confianza y a buscar sus anhelos en otro que no es Allah.

Y es que la respuesta rápida e inmediata no es una de las condiciones del dua’. Allah no tiene por qué responder en el acto a lo que has pedido, y esto es realmente lo que diferencia al que conoce su valor y su importancia del que no los conoce, ya que dijo el Mensajero de Allah, al que Allah colme de bendiciones:

“No se quedará sin respuesta la súplica del hombre, siempre y cuando no pida un delito o romper algún vínculo familiar, y siempre que no desespere”. Dijeron: “Oh Mensajero de Allah, ¿qué es desesperar?” Dijo: “Cuando el que hace dua’ dice: ‘Pedí, pedí, y no he visto que se me haya respondido’, y entonces desespera, desconfía y se aleja del dua’”.

Si te alejas del dua’ te alejas de Allah, del mismo modo que si te alejas del salat te alejas de Allah, pues son las herramientas que poseemos para acercarnos y dirigirnos a Allah en todo momento.

Otro aspecto que debemos saber es que, si estas condiciones que estamos mencionando están presentes en el dua’, si estas características del arma se encuentran en ella, entonces no tengáis duda, no tengáis la más mínima duda, de que vuestra súplica y petición será respondida. Lo que ocurre, es que puede que no sea exactamente lo que hemos pedido; y debemos saber que la respuesta que Allah concede a nuestros dua’ tiene tres formas: puede que te conceda en esta vida lo que has pedido, antes o después; que te lo reserve para la Próxima, o bien que te borre parte de tus faltas en la misma medida que aquello que pediste.

Y el Mensajero de Allah, que Allah le bendiga y conceda paz, afirmó esto cuando dijo:

“No hay musulmán que haga una súplica que no se le responda; bien se le concede en esta vida o bien se le reserva para la Última, o bien se le exime de sus faltas en la medida de lo que pidió, siempre y cuando lo que haya pedido no sea un mal o romper un lazo de sangre”.

Lo visto hasta ahora son parte de las condiciones del dua’, de los requisitos que han de estar presentes para que lo que pides sea respondido. También existen impedimentos, barreras, restricciones para que eso que pides tenga respuesta; y esto lo vemos con mucha claridad en el conocido hadiz en el que el Mensajero Muhammad, la paz sea con él, dijo:

“Ciertamente, Allah es bueno y no acepta más que lo bueno. Allah ha ordenado a los creyentes lo que ordenó a los enviados. Dice: ‘Oh enviados, comed de las cosas buenas y haced el bien’. Y dice: ‘Oh vosotros que creéis, comed de las cosas buenas de las que os hemos provisto’. Luego recordó al hombre que estando en un viaje largo, despeinado y sucio eleva sus manos hacia el cielo: ‘Oh Señor, oh Señor’, pero su comida es haram, su bebida es haram, su vestimenta es haram y está impregnado de lo haram. ¿Cómo, pues, se le va a responder?”.

Este hombre que estaba de viaje –siendo el viaje uno de los aspectos que abre la puerta a que el dua’ sea respondido─ que elevaba sus manos al cielo –siendo el elevar las manos parte de la cortesía del dua’ habiendo quien dice incluso que es una de sus condiciones─ diciendo ‘oh Señor, oh Señor’ –es decir, manteniendo la cortesía y el respeto debido a Allah─ no se le responde, no se le da nada, a pesar de que a priori reúne las condiciones para que Allah responda a sus petición.

¿Por qué? Porque está impregnado de lo ilícito. Porque el dua’ es un camino de doble sentido; no puedes pretender recibir sin dar nada a cambio, no puedes pretender que Allah te conceda Sus dones y regalos si tú te olvidas de Allah, si no Le obedeces, si no buscas complacerlo. No podemos esperar que Allah nos conceda algo si estamos inmersos en la desobediencia, si estamos haciendo lo que no complace a Allah; no puedes esperar que todo sea para ti, sin dar tú nada a cambio.

Y para terminar os voy a relatar un suceso, muy hermoso y tremendamente significativo, en el que un grupo de gente va a ver a Ibrahim Ibn Adham (uno de los grandes hombres de conocimiento del Islam) y le dicen: “¿Qué nos ocurre que pedimos y no se nos responde? ¿Qué pasa con nosotros que pedimos a Allah y no se nos responde”? Dijo: “Esto ocurre porque vuestros corazones han muerto por diez razones. Vosotros habéis conocido a Allah, pero no Le entregáis los derechos que Le son debidos (no Le obedecéis); pretendéis amar al Mensajero, pero no seguís su Sunna; habéis leído el Corán, pero no actuáis conforme a él; habéis comido los dones de Allah, pero no los habéis agradecido; decís ‘el Shaytán es nuestro enemigo’, pero os ponéis de su lado; decís que el Jardín es real, pero no actuáis para él; decís que el Fuego es real, pero no huís de él; decís que la muerte llegará, pero no os preparáis para ella; habéis olvidado vuestros defectos y os habéis ocupado de los defectos y las faltas de lo demás, y, por último, habéis enterrado a vuestros muertos y no habéis aprendido nada con ello”.

Si no obedecemos a Allah, ¿cómo podemos esperar que Él nos responda? Si no seguimos la Sunna del Mensajero de Allah, ¿cómo podemos esperar la respuesta a nuestros dua’? Si no actuamos conforme al Corán, ¿cómo podemos esperar que Allah nos dé? Si no somos agradecidos, ¿cómo podemos esperar la respuesta a lo que pedimos? Si no mantenemos el adab correcto, ¿acaso podemos esperar que Allah nos dé lo que Le pedimos?

Y, ciertamente, este es el signo de la ignorancia en la que vivimos inmersos: Le pedimos a Allah sin antes mirarnos a nosotros mismos, sin antes mirar nuestro estado, sin antes cumplir lo que Allah nos ordena y exige de nosotros. Si quieres algo, pídeselo a Allah y sé constante. Pide, sin dejar de pedir en ningún momento, por todo lo que quieras, por cosas materiales o inmateriales, pide, que Allah ama que Le pidas. Pide sin cesar; pero si no te responde, no desesperes y caigas en la mala opinión de Allah, mira tu propio estado, pues es muy probable que en ello encuentres la respuesta a por qué Allah no te está respondiendo.

Shaij Ahmed Bermejo

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