La virgen Maria

¿Cómo reaccionaba el Profeta ante el abuso personal? (Parte 10)

profeta muhammad

El Profeta Muhammad trató de evitar el derramamiento de sangre en la medida de lo posible tras la conquista de Meca.

En esta parte, veremos cómo el Profeta Muhammad (la paz sea con él) trató de evitar el derramamiento de sangre en la medida de lo posible tras la conquista de Meca, a pesar de que su gente lo expulsó y conspiró para asesinarlo. También veremos cómo el Profeta Muhammad devolvió la llave de la Ka’bah a su portero aunque este se había negado a dejar al Profeta Muhammad a entrar en la Ka’bah y lo maltrató antes de su migración a Medina.

También veremos cómo el Profeta Muhammad no siguió la costumbre militar de la época, negándose a matar, esclavizar o confiscar las propiedades de los habitantes de Meca. Por el contrario, los liberó a todos.

La Conquista de Meca

Los Quraysh se aliaron con su afines, el clan de Ad-Du’al de la tribu de Bakr, en sus ataques contra el aliado del Profeta Muhammad, la tribu de Juza’ah. Así, los Quraysh rompieron la tregua alcanzada con el Profeta Muhammad con el Acuerdo de Paz de Al-Hudaybiyah.

La tribu Juza’ah buscó la ayuda del Profeta Muhammad ante esta agresión. Entonces, el Profeta Muhammad pidió a los Quraysh que rompieran su alianza con la tribu de Bakr y compensaran con dinero las bajas de la tribu de Juza’ah, ya que, de lo contrario, les declararía la guerra.

Los Quraysh le dijeron al Profeta Muhammad que no romperían su alianza con la tribu de Bakr ni pagarían dinero de sangre y que también estaban a punto de declararle la guerra.

Entonces, el Profeta decidió marchar sobre Meca. El Profeta no declaró su intención de luchar contra los Quraysh hasta que estuvo cerca. Incluso entonces, ordenó a su ejército que evitara combatir lo más posible y les dijo que solo podían combatir a los que les combatieran. Él quería sorprender a los Quraysh para evitar el derramamiento de sangre.

Cuando el Profeta Muhammad se acercó lo suficiente a Meca, ordenó a su ejército de 10000 hombres encender tantas antorchas como hombres eran para asustar y disuadir a los Quraysh de combatir a los musulmanes y así conquistar Meca sin derramar sangre.

El estandarte de los Ansaris (pueblo de Medina) fue llevado por Sa’d ibn ‘Ubadah. Al pasar junto a Abu Sufyan (un anciano Qurayshi que acaba de convertirse al Islam en ese momento), Sa’d insinuó: “Hoy es un día de carnicería! Hoy, los lugares sagrados serán profanados. Hoy, Dios deshonrará a los Quraish. ”

Cuando el Profeta Muhammad pasó junto a Abu Sufyan, este le preguntó: “Oh Mensajero de Dios, ¿has oído lo que Sa’d acaba de decir?” Le preguntó: “¿Qué ha dicho?” Abu Sufyan respondió: “Ha dicho esto y esto”. ‘Uzman y Abdul-Rahman ‘Awf comentaron: “Oh Mensajero de Dios, tememos que él (Sa’d) ataque a los Quraysh”. Entonces, el Profeta Muhammad dijo: “No, hoy será un día en el que la Ka`bah será digna. Hoy será un día en el que Dios honrará a los Quraysh”. Entonces, el Profeta Muhammad tomó el estandarte de Sa’d y se lo dio a su hijo, Qays ibn Sa’d ibn ‘Ubadah. También se dice que el estandarte le fue dado a Al-Zubayr.

El Profeta Muhammad entró en Meca inclinando la cabeza por modestia. Su barbilla estaba a punto de tocar la parte delantera del camello. Estaba recitando el Capítulo de Al-Fath.

La llave de Ka`bah había sido guardada por ‘Uzman ibn Talhah antes de su conversión al Islam. El compañero `Ali quería mantener la llave de Ka’bah junto con el suministro de agua para los peregrinos. Sin embargo, el Profeta Muhammad se la devolvió a Uzman después de salir de la Ka`bah, diciendo: “Hoy es un día de obediencia y fidelidad”.

Cabe señalar que el Profeta Muhammad había pedido a Uzman ibn Talhah la llave de la Ka’bah antes de que él migrara a Medina. Sin embargo, ‘Uzman se dirigió bruscamente a él y le maltrató. Pero, el profeta Muhammad tuvo paciencia con él y predijo: “O ‘Uzman, un día verás esta llave en mi mano, y la pondré donde yo quiera”. ‘Uzman respondió: “Los Quraysh serán entonces destruidos y degradados”. Entonces, el Profeta Muhammad replicó: “No, entonces florecerán y serán honrados”.

Teniendo en cuenta esta situación, ‘Uzman pensó que el Profeta Muhammad le daría la llave a otra persona para guardarla. Sin embargo, el Profeta Muhammad se la devolvió. Se ha narrado que el Profeta Muhammad dijo: “¡Aquí está tu llave, ‘Uzman! Hoy es un día de obediencia y fidelidad. ¡Tómala para siempre! No te será arrebatado sino por un opresor”.

El Profeta Muhammad se negó a dar la llave a ningún miembro de la tribu Hashim (a la que pertenecía el Profeta Muhammad) aunque algunos de ellos se la pidieron insistentemente.

El Mensajero estaba dispuesto a evitar el derramamiento de sangre en La Meca en la medida de lo posible. El día de la Conquista de La Meca, el Profeta Muhammad se enteró de que sus aliados de la tribu de Juza’ah habían matado a un hombre politeísta de Hudhayl en represalia por un hombre asesinado durante la era preislámica. Entonces, el Profeta Muhammad se enfadó y pronunció un sermón a la gente, en el que dijo:

“Oh pueblo, ciertamente, Dios declaró Meca sagrada el día en que creó los Cielos y la Tierra. Así, permanecerá sagrada hasta el Día del Juicio. A la persona que cree en Dios y en el Último Día no se le permite derramar sangre ni cortar árboles en ella. No era vulnerable a nadie antes que a mí. No será vulnerable después de mí. Se hizo vulnerable a mí sólo durante esta hora por el enfado con su gente. Pero ha vuelto a su santidad pasada. Deja que el presente informe a los ausentes de ti. Si alguien te dice que el Mensajero de Dios ha peleado en ella, entonces dile que Dios lo ha hecho vulnerable sólo a su Mensajero y no a ti, Tribu Juza’ah. Así que deja de matar … Has matado a un hombre y sin duda pagaré su dinero de sangre. Si alguien mata a alguien más a partir de este momento, su familia puede tomar una de las siguientes opciones: si quieren, él (el asesino) puede ser asesinado; si lo prefieren, pueden recibir su dinero de sangre”.

La gente de Meca recibió amnistía a pesar del daño que habían causado al Profeta

y de la capacidad del ejército musulmán para aniquilarlos. Se les concedió amnistía mientras se reunían cerca de la Ka’bah, esperando el juicio del Profeta Muhammad sobre ellos.

El Profeta Muhammad les preguntó: “¿Qué esperáis que haga vosotros?” Ellos respondieron: “Esperamos bondad. Eres un buen hermano y el hijo de un buen hermano”. Él entonces dijo: “Hoy os perdono todas las injusticias, no seréis culpables de nada. ¡Que Dios os perdone!

Aunque era costumbre que el ejército conquistador pudiera matar, esclavizar o saquear la propiedad del pueblo conquistado, o al menos imponerles un tributo, Meca no fue tratada como ningún otro lugar dado su santidad a los ojos de los musulmanes, quienes creen que alberga los lugares sagrados, el lugar de culto universal y el santuario de Dios.

Durante la Conquista de Meca, el Mensajero aceptó la conversión de muchos Quraysh y permitió a algunos otros Quraysh permanecer en Meca incluso sin convertirse al Islam. Tales personas son históricamente referidas como “Al-Tulaqa” ( “Personas liberadas” en español).

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Referencias:

1- As-Sirah An-Nabawiyah, de Ibn Ishaq

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