La virgen Maria

La Shura como la versión islámica de la democracia

democracia

El Islam ni acepta ni rechaza totalmente la democracia

¿Es el Islam compatible con la democracia? ¿Pueden coexistir el Islam y la democracia? ¿Está prohibida la democracia en el Islam? ¿Es el Islam contrario a la democracia?

Las preguntas anteriores y otras muchas similares son frecuentes sobre la posible armonía, o falta de ella, entre el Islam y la democracia.

Antes de dar una respuesta a esas preguntas, debo dar una idea de la esencia de la democracia y un trasfondo histórico a esta práctica, para saber cómo se ha desarrollado hasta su forma actual.

En primer lugar, vale la pena señalar que tenemos varias definiciones del concepto de democracia. Por ejemplo, Wikipedia define la democracia como “una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes”.

Merriam-Webster define la democracia como “una forma de gobierno en la cual la gente elige a los líderes votando”.

La Enciclopedia Británica define la democracia “literalmente como el gobierno por el pueblo. El término se deriva del griego “demokratia”, que fue acuñado de la unión de demos (“personas”) y “kratos” (“gobierno”) a mediados del siglo V antes de Cristo para denotar los sistemas políticos existentes en algunas ciudades-estado griegas, especialmente Atenas.

Aunque la democracia tiene orígenes antiguos en la historia, su forma actual surgió y se estableció a raíz de la Revolución francesa, que no fue solo un acontecimiento local, sino un acontecimiento de época que cambió el curso de la Historia, no sólo en Europa y Occidente, sino en todo el mundo.

La Revolución francesa desafió fundamentalmente el gobierno de la monarquía “por la voluntad de Dios” y dio poder a la clase media la cual resentía los privilegios del clero (en su papel de primer estado) y de la nobleza (en su papel de segundo estado). No solo Occidente, sino el mundo entero siguieron los pasos de los franceses.

Hasta este el momento de la Revolución francesa, los pueblos de todo el mundo acostumbraban a referirse a la religión como la palabra de Dios que, creían, les aseguraría su felicidad mundana y en el otro mundo.

Sin embargo, cuando la gente en Francia sintió que la religión (el cristianismo) no trabajaba para ellos, sino para los gobernantes y el clero, perdieron la confianza en la religión como fuente de orientación y adoptaron la democracia, que era un antiguo concepto filosófico, como forma de vida y como un método para saber qué camino tomar en esta vida.

No tenían otra opción. Era la opinión pública y la tendencia dominante las que fueron su fuente de orientación. Tenía que adoptarse la opinión de la mayoría de la gente. A partir de este momento, la gente de Occidente, y cada vez más del mundo entero, han compartido una profunda convicción de que la democracia es la única y/u óptima fuente de orientación. Como resultado, los países occidentales han impuesto esta convicción a todos los demás países del mundo, aunque pudieran no compartirlo.

Aquí debemos detenernos y hacernos una pregunta: ¿es el cristianismo la única religión del mundo? Si el cristianismo o el clero cristiano demostraron no ser dignos de confianza, ¿implica esto que ninguna religión o clero no son dignos de confianza?

La democracia no es un axioma o un estándar. Es sólo un modo de vida cuestionable que está abierto a la discusión, e incluso a la crítica. No nos oponemos al derecho de las personas a elegir, pero nos oponemos a considerar infalible la opinión del mayor número de miembros de la sociedad sobre algún asunto público (por estrecha mayoría), simplemente porque los votos de la gente común son tomados en consideración aunque la mayoría de ellos no tienen el conocimiento y la experiencia suficientes que los cualifican para decir “si” o “no” a una u otra cosa.

La mayoría de los electores están impulsados por chismes y rumores, influidos por la retórica y las arengas, y motivados por la fantasía y el espectáculo. Un votante escogerá el candidato más mentiroso en lugar del mejor. Por eso su voto no debe tenerse en cuenta.

El Islam tiene una mejor alternativa a la democracia. Es la Shura (consulta pública). Hay una gran diferencia entre la democracia y la Shura. La democracia busca la opinión de todos los miembros de la sociedad, tengan o no conocimientos o experiencia adecuados en un asunto determinado. La Shura es buscar el consejo de los miembros de la sociedad que tienen conocimiento y experiencia adecuados en un asunto dado, por no mencionar su confiabilidad y dignidad de confianza. En el Islam, no es una obligación tomar la opinión de cada uno de los miembros de la sociedad.

En consecuencia, el Islam defiende el derecho de las personas a elegir a su gobernante y gobierno, pero este derecho no corresponde a todos los miembros de la sociedad. Se limita a las personas de probado conocimiento, experiencia y confiabilidad, cada uno en su campo de especialización. Después de referirse a esas personas, es lo mismo si todos los demás miembros de la sociedad son o no preguntados sobre un asunto determinado.

El Islam no ratifica la dictadura, pero no puede aprobar la anarquía o la oclocracia. El Islam es siempre la posición a medio camino entre dos extremos. La autocracia se rechaza porque depende de la discreción de una persona falible cuya opinión puede ser correcta o incorrecta. Su opinión es tan falible como él mismo. Asimismo, la oclocracia también se rechaza porque busca la guía de un gran número de personas que carecen de orientación.

Vale la pena señalar aquí que el Islam ha establecido costumbres profundamente arraigadas basadas en el Corán y la tradición del Profeta Muhammad como las dos fuentes principales de guía para los musulmanes, como individuos y como comunidad.

Por lo tanto, el rango de elección bajo el Islam no es tan amplio como bajo cualquier otro sistema religioso, social o político. Hay muchos principios que ya están bien definidos y regulados. Así, los musulmanes solo tienen que volverse a sus fuentes y tomar el camino mostrado por Dios y por Su Profeta Muhammad.

Para gestionar sus asuntos públicos, los musulmanes solo necesitan a una élite que haya demostrado integridad, conocimiento y experiencia para ofrecer consejos útiles al gobernante. Esa élite no necesariamente tiene que ser elegida por los miembros de todas las clases, estratos o estilos de vida, es suficiente que sean considerados en gran estima por un gran número de las clases a las que pertenecen.

El Islam no considera sagradas las elecciones ni las votaciones en su forma actual, excepto cuando el electorado involucrado es pequeño. Cuando cada votante conoce bien a un candidato determinado y puede juzgarlo correctamente, entonces se puede celebrar la votación. Sin embargo, cuando la mayoría de los votantes no conocen bien a los candidatos y por lo tanto no pueden juzgarlos correctamente, no pueden expresar la opinión correcta, por lo que las elecciones no pueden ayudar a elegir al candidato más apto.

El Corán hace mención a la Shura más de una vez. En un fragmento, el Corán elogia a los verdaderos musulmanes como las personas que consultan antes de decidir cualquier asunto público, y por ello les promete una gran recompensa en el más allá. En el Corán, leemos:

Las cosas que se os dan son sólo disfrute de la vida de este mundo, pero lo que hay junto a Allah es, para los que creen y se abandonan en su Señor, mejor y más duradero. Los que se apartan de las faltas graves y las indecencias y, cuando se enfadan, perdonan. Y los que responden a su Señor, establecen el salat, se piden consejo en los asuntos y dan de la provisión que les damos. (Ash-Shura 42:36 -38)

Además, es un hecho establecido que el Profeta Muhammad mismo tuvo que consultar con sus compañeros acerca de algunos temas y asuntos sobre los cuales no se reveló nada. El Profeta Muhammad mismo no podía tomar una decisión sin consultar, en caso de que no hubiera recibido ninguna revelación de Dios acerca de ella. En este sentido, Dios dice en el Corán:

Por una misericordia de Allah, fuiste suave con ellos; si hubieras sido áspero, de corazón duro, se habrían alejado de tu alrededor. Así pues, perdónalos, pide perdón por ellos y consúltales en las decisiones, y cuando hayas decidido confíate a Allah. Es verdad que Allah ama a los que ponen su confianza en Él. (Aal Imran 3: 159)

Más de una vez, el Profeta Muhammad cambió su idea y se aferró al consejo de sus compañeros, en temas sobre los cuales no había recibido ninguna revelación de Dios.

Por ejemplo, el día de la batalla de Badr, el Profeta Muhammad marchó apresuradamente para llegar a los pozos antes que los Quraysh. Cuando llegó al pozo más cercano de Badr, se bajó. Entonces, Al-Hubab Ibn Al-Mundhir ibn Al-Yamouh dijo: “Oh Mensajero de Dios, ¿es este un lugar donde Dios te ordenó bajar y por ello no hacerlo más lejos o más cerca o es solo tu opinión, táctica militar o estrategia?” El Profeta Muhammad respondió: “Es solo mi opinión, táctica militar y estrategia”. Al-Hubab sugirió: “Oh Mensajero de Dios, este no es el lugar correcto. Levántate y continúa hasta que pases por todos los pozos. Luego, vaciaremos todos los pozos excepto uno y construiremos una cisterna. Así, lucharemos contra esta gente, pudiendo beber mientras ellos no pueden hacerlo, hasta que Dios decida entre nosotros y ellos”. El Profeta Muhammad dijo: “Has expresado la opinión correcta”. Entonces, el Profeta Muhammad procedió”.

Además, en la preparación para la batalla de Uhud, el Profeta Muhammad se reunió con los musulmanes y siguió consultándoles. El Profeta Muhammad opinaba que los musulmanes debían permanecer en Medina y dejar que los politeístas se detuvieran donde quisieran. Si hubieran elegido detenerse, habría sido una mala estancia. Si hubieran elegido entrar en Medina, los musulmanes habrían luchado contra ellos en los caminos y las calles. Los antiguos inmigrantes y los Ansaris estuvieron de acuerdo con el Profeta Muhammad. Sin embargo, los jóvenes musulmanes, especialmente aquellos que no habían participado en la batalla de Badr, instaron: “Oh Mensajero de Dios, sal con nosotros para encontrarnos con nuestros enemigos, para que no piensen que somos demasiado cobardes y débiles para enfrentarlos”. Los jóvenes musulmanes siguieron discutiendo con el Profeta Muhammad hasta que entró en su casa y se puso su armadura.

Por último, es se puede afirmar sin duda que el Islam ni acepta ni rechaza totalmente la democracia. Tiene una alternativa mejor, la Shura. Es un sustituto a medio camino entre la dictadura y la oclocracia, donde se escucha la voz de la gente, pero sólo se toma en consideración la opinión más correcta.


Referencias:

1- El Glorioso Corán

2- Sahih Al-Bujari

3- Sirah Al-Nabawiyah, de Ibn Hisham

4- Wikipedia

5- Merriam-Webster

6- Enciclopedia Británica

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