La generosidad del Profeta Muhammad

generosidad carácter

Ciertamente estás hecho de un carácter magnánimo”. (Surat Al Qalam, 68:4 )

Su humildad, su sencillez y su agradecimiento

Su generosidad era tan inmensa que, cuando alguien le pedía algo, jamás se negaba. En una ocasión en la que un beduino le pedía cada vez más ovejas, siguió dándole hasta que llenaron un valle entre dos montañas y el hombre quedó anonadado.

Su generosidad – Repartía lo que tenía antes de ir a dormir

Nunca se iba a la cama hasta que el dinero que había en la casa se distribuía entre los pobres, y con frecuencia daba de sus reservas de grano hasta tal punto que su propia familia se quedaba sin nada antes de que finalizara el año. Así era su generosidad. Cuando venían a verlo solía preguntar a la gente sobre sus necesidades y luego les daba lo que querían. Del mismo modo que mostraba generosidad con sus escasas pertenencias también lo hacía con su misma persona, dando sin cesar consejos, ayuda, dulzura, perdón y un amor desbordante.

Le gustaba la pobreza y solía encontrársele en la compañía de los pobres. Su vida era lo más sencilla posible. Siempre se sentaba en el suelo y, con frecuencia, cuando estaba con sus Compañeros se sentaba en la última fila para que los visitantes no pudieran verlo. Comía de un plato que estaba en el suelo sobre un paño y nunca usaba una mesa. Dormía en el suelo, sobre una estera tejida con fibra de palmera que dejaba marcas en su piel; pero si se le ofrecía algo más confortable, no lo rechazaba.

Tanto él como su familia pasaban hambre con frecuencia, y había meses seguidos en los que no salía humo de su casa ni de las de sus esposas porque solo tenían dátiles y agua; no había alimentos que cocinar ni aceite para las lámparas. Pero en otras ocasiones, cuando se disponía de comida, el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, comía bien. Dijo que la mejor comida era la que tenía más manos compartiendo el plato. Nunca ponía peros a la comida. Si le gustaba lo comía y si no, lo dejaba.
Solía ser el que ataba al camello macho y daba de comer a los animales que se utilizaban para acarrear el agua. Barría su habitación, reparaba su calzado, remendaba sus ropas, ordeñaba la oveja, comía con sus esclavos a los que vestía como él lo hacía y llevaba hasta su casa lo que compraba en el mercado. Dijo: “Oh Allah, haz que viva, muera y resucite con los pobres”. Tras su muerte no dejó dinero alguno.

Se vestía con lo que tenía más a mano, siempre que fuese lícito, aunque le gustaban especialmente los colores blanco y verde. Cuando estrenaba una prenda nueva daba a alguien la vieja. A veces utilizaba lana basta. Tenía un manto a rayas que era del Yemen y que le gustaba mucho. Le encantaban los perfumes y compraba los mejores que había. Las únicas posesiones a las que tenía gran estima eran sus espadas, su arco y su armadura que utilizaba con arrojo en las muchas expediciones que se hicieron bajo su mando.

El Corán se reveló a través de él

Lo más importante, es que el Corán se reveló a través de él, y toda su vida fue una manifestación continua de sus enseñanzas. Fue el ejemplo perfecto para su comunidad, tanto en cómo relacionarse entre ellos y con el mundo y cómo actuar con su Señor, el Creador del Universo. Les enseñó a purificarse y cómo y cuándo postrarse ante Allah. Les enseñó cómo y cuándo ayunar. Les enseñó cómo y cuándo dar. Les enseñó a luchar en el nombre de Allah. Les dirigió en la oración y por la noche se postraba solo, hasta que se le hinchaban los pies. Y cuando se le preguntó por qué, dijo: “¿Acaso no debo ser un esclavo agradecido?” (Abu Daud). Tenía una súplica para cada acción y no se levantaba ni sentaba sin mencionar el nombre de Allah. Todo lo que hacía era con la intención de complacer a Allah. Enseñó a su comunidad todo lo que les acercaría a Allah y les amonestaba sobre lo que les alejaría de Allah.

Infundía amor y sobrecogimiento a todos los que se encontraban con él, y sus Compañeros le amaban y reverenciaban más que a sus propias familias, sus posesiones e incluso a sí mismos. En una ocasión, su compañero y amigo más cercano, Abu Bakr as-Siddiq, para no molestar a su amado Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, que estaba dormido, puso el pie tapando el agujero donde había una serpiente que acabó mordiéndole. Su sobrino y yerno ‘Ali, estuvo a punto de ser asesinado por haberle suplantado, y hay muchas más anécdotas que muestran la veneración que inspiraba a los que le seguían.
En el Corán, su Señor dice de él:

“Ciertamente estás hecho de un carácter magnánimo”. (Surat Al Qalam, 68:4 )

Y el mismo Muhammad, a quien Allah bendiga y conceda paz, dijo: “Sólo he sido enviado para perfeccionar las buenas cualidades del carácter”. (Al-Bujari y Muslim). El consenso absoluto de las opiniones de sus compañeros más cercanos, además de las transmisiones que nos han llegado, muestran un hombre con una perfección de carácter tal, que no cabe duda alguna sobre la autenticidad del mensaje y la guía que nos trajo: el Camino del Islam.

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