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La invasión de Jerusalén por el rey Nabucondonosor

Invasión de Jerusalén

El rey Nabucodonosor invadió Jerusalén dos veces

La situación en la región antes del nacimiento de Jesús – continuación

Después de que el Rey Nabucodonosor de Babilonia invadiera el reino de los Judaitas por primera vez y tomara Jerusalén, el Templo de Salomón quedó intacto pero los tesoros, tanto el del Templo como el del Palacio Real, fueron expoliados por el nuevo gobernante, por lo que los judíos no tardaron en rebelarse contra su nuevo señor. Esto dio lugar a un nuevo ataque por parte de Nabucodonosor en el año 586 a.C., ataque en el que tanto el Templo como la ciudad fueron destruidos.

El resultado de ambas invasiones fue un gran número de Judaitas llevados a Babilonia como esclavos, pero, a diferencia de lo ocurrido con los Israelitas del reino del norte, los Judaitas no fueron borrados de la historia.

El regreso a Jerusalén de 42.000 judíos, desde Babilonia.

La rueda de la fortuna dio un nuevo giro y los persas mandados por Ciro conquistaron Babilonia -gracias en parte a las intrigas llevadas a cabo por los judíos cautivos en beneficio de los nuevos invasores. Ciro comprendió inmediatamente el peligro que suponía la existencia de tantos extranjeros en Babilonia por lo que pidió a los judíos que se fueran y regresaran a Jerusalén, donde se les permitiría reconstruir el Templo.

La gran marcha con destino a Jerusalén constaba de 42.360 judíos. Con ellos iban además 7.337 criados y mujeres, incluidos 200 hombres y mujeres cantores. La caravana montaba 736 caballos, 245 mulos, 435 camellos y 6.720 asnos. (Esdras 2: 64-69). A ello había que añadir los animales que llevaban las riquezas que habían amasado durante su estancia en Babilonia. Al llegar a Jerusalén, los judíos comenzaron a planear la reconstrucción del Templo reuniendo para este fin 61.000 dracmas de oro y 5.000 libras de plata. A esto hay que añadir el tesoro que habían traído con ellos desde Babilonia y que estaba compuesto de treinta caballos cargados de oro y mil cargados de plata. Había además 5.400 recipientes de oro y plata que se colocarían en el Templo una vez terminado éste. (Esdras 1: 9-11). Los esclavos que habían regresado a Jerusalén habían aumentado en número y en riqueza.

No todos los judíos exiliados en Babilonia regresaron inmediatamente a Jerusalén. A pesar de que la reconstrucción del Templo finalizó en el año 515 a.C., algunos de los judíos “Babilonios” no regresaron hasta el 458 a.C. Fueron conducidos por Esdras a quien se le unió luego Nehemías, un judío nombrado por los persas gobernador de Judá. Se dice que una de las razones que retrasaron la vuelta de Esdras a Jerusalén era que estaba ocupado en poner por escrito la Torá que había sido destruida por las fuerzas de Nabucodonosor.

Lo que Esdras escribía era lo que había retenido en su memoria. Una mirada a los cinco libros del Pentateuco (generalmente equiparados a la Torá revelada a Moisés) nos muestra un grupo de relatos históricos que narran lo que supuestamente ocurrió durante y después de la vida de Moisés, sobre él la paz. De lo que se deduce que no pueden formar parte de la revelación original de la Torá, que fue revelada por Dios a Moisés antes de que estos hechos ocurrieran. Como gobernantes de Jerusalén los judíos no disfrutaron de paz por mucho tiempo.

El ejército de Alejandro Magno llega a Jerusalén

El siguiente invasor fue Alejandro Magno quien, antes de morir, en el año 323 a.C., había llegado hasta la India. Tras su muerte, sus generales dividieron el imperio. Ptolomeo mandó en Egipto, cuya capital era Alejandría. El reino de los Seleúcidas se dividió a su vez en dos partes: Antioquía se convirtió en la capital del reino del norte y Babilonia quedó como centro del resto del imperio Alejandrino. Los gobernantes Tolemaicos y Seleúcidas tenían constantes enfrentamientos y en una de esas primeras escaramuzas Jerusalén cayó en manos de los egipcios griegos. Los nuevos gobernantes no veían con buenos ojos tal concentración de judíos en la zona por lo que trasladaron a un gran número de los mismos a Egipto. Esto produjo lo que iba a ser la colonia más grande de judíos fuera de Judá. En Alejandría establecieron un contacto tan estrecho con la civilización griega que las escrituras hebreas se tradujeron al griego entre los años 275 y 150 a.C.

Los judíos en Alejandría

Para los gobernantes Tolemaicos basados en Alejandría, Judá era una colonia lejana y los judíos, una vez pagados los tributos anuales, gozaban de una independencia casi total. En el 198 a.C. los Seleúcidas arrebataron Jerusalén a los Tolemaicos. Para los Seleúcidas, Jerusalén era algo más cercano y se interesaron mucho más por los asuntos de los habitantes de la ciudad que los anteriores gobernantes. El proceso de helenización, que se daba naturalmente bajo la hegemonía Tolemaica, se aceleré bajo los Seleúcidas en un intento deliberado de integrar a los judíos en su forma de vida. Este afán forzado alcanzó su máxima expresión durante el reinado de Antíoco Epeplianus. Antíoco llegó a cometer el error de colocar una imagen de Zeus en el Templo de Salomón. Tal hecho provocó las iras de los judíos, que se amotinaron liderados por los Macabeos de Judá. La hoz y el martillo eran el emblema de su revuelta. A pesar de que Antíoco Epeplianio había saqueado Jerusalén y el Templo en 161 a.C., los judíos no se rindieron y en último término los griegos fueron expulsados de Jerusalén.

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