Las grandes preguntas III: La necesidad de la Revelación

Por: Dr. Lawrence B. Brown
revelación

La necesidad de la Revelación es la tercera parte de esta serie después de responder a las preguntas ¿quién nos ha creado? Y ¿Por qué estamos aquí?

En esta serie de tres artículos, Dr. Lawrence B. Brown investiga las grandes preguntas que todos nos hacemos en el algún momento de nuestra vida: ¿Quién nos ha creado? ¿Por qué estamos aquí? ¿Cuál es la necesidad de la Revelación?

En las dos partes anteriores de esta serie respondimos dos «grandes preguntas». ¿Quién nos ha creado? Dios. ¿Por qué estamos aquí? Para servirle y adorarle. Surge, naturalmente, una tercera pregunta: «Si nuestro Creador nos ha creado para servirle y adorarle, ¿cómo lo hacemos?». En el artículo anterior sugerí que la única forma en que podemos servir a nuestro Creador es obedeciendo Sus mandatos, tal como se transmite a través de la Revelación.

Pero mucha gente cuestionaría mi afirmación: ¿Por qué la humanidad tiene necesidad de la Revelación? ¿No es suficiente con ser bueno? ¿No es suficiente para cada uno de nosotros adorar a Dios a nuestra manera?

Con respecto a la necesidad de la revelación, propondría los siguientes argumentos: En el primer artículo de esta serie, señalé que la vida está llena de injusticias, pero nuestro Creador es justo y establece justicia no en esta vida, sino en la Próxima vida. Sin embargo, la justicia no puede establecerse sin cuatro cosas: un tribunal (es decir, el Día del Juicio); un juez (es decir, el Creador); testigos (es decir, hombres y mujeres, ángeles, elementos de la creación); y un libro de leyes sobre las cuales juzgar (es decir, revelación). Entonces, ¿cómo puede nuestro Creador establecer justicia si no mantuvo a la humanidad en ciertas leyes durante sus vidas? No es posible. En ese escenario, en lugar de justicia, Dios estaría cometiendo injusticia, porque estaría castigando a las personas por transgresiones que no tenían forma de saber que eran crímenes.

¿Por qué otra razón necesitamos revelación? Para empezar, sin orientación, la humanidad ni siquiera puede ponerse de acuerdo sobre cuestiones sociales y económicas, políticas, leyes, etc. Entonces, ¿cómo podemos llegar a un acuerdo sobre Dios? En segundo lugar, nadie escribe el manual de instrucciones mejor que quien hizo el producto. Dios es el Creador, nosotros somos creación, y nadie conoce el esquema general de la creación mejor que el Creador. ¿Se les permite a los empleados diseñar sus propias descripciones de trabajo, deberes y paquetes de compensación como mejor les parezca? ¿Se nos permite a los ciudadanos escribir nuestras propias leyes? ¿No? Bueno, entonces, ¿por qué deberíamos permitirnos escribir nuestras propias religiones? Si la historia nos ha enseñado algo, son las tragedias que resultan cuando la humanidad sigue su capricho. ¿Cuántos han afirmado ser estandartes del libre pensamiento y han diseñado religiones que por las que se han condenado a sí mismos y a sus seguidores a pesadillas en la Tierra y la condenación en el más allá?

Entonces, ¿por qué no es suficiente con ser bueno? ¿Y por qué no es suficiente para cada uno de nosotros adorar a Dios a nuestra manera? Para empezar, las definiciones de cada persona de lo que es «bueno» difieren. Para algunos es una moral alta y una vida limpia, para otros es una locura y un caos. Del mismo modo, los conceptos de cómo servir y adorar a nuestro Creador también difieren. Más importante y pertinente, nadie puede entrar a una tienda o un restaurante y pagar con una moneda diferente a la que acepta el comerciante. Así es con la religión. Si las personas quieren que Dios acepte su servidumbre y adoración, tienen que pagar en la moneda que Dios exige. Y esa moneda es la obediencia a Su revelación.

Imagina que tus hijos crecen en un hogar en el que has establecido “reglas de la casa”. Entonces, un día, uno de tus hijos te dice que él o ella ha cambiado las reglas y que va a hacer las cosas de manera diferente. ¿Cómo responderías? Más que probable, con las palabras: «¡Puedes coger tus nuevas reglas e irte al infierno!» Bueno, piénsalo bien. Somos la creación de Dios, viviendo en Su universo bajo Sus reglas, e «ir al infierno» es muy probablemente lo que Dios dirá a cualquiera que presuma anular Sus leyes con las suyas propias.

La sinceridad se convierte en un problema en este momento. Debemos reconocer que todo placer es un regalo de nuestro Creador y merecedor de nuestro agradecimiento. Si nos dan un regalo, ¿quién lo usa antes de dar las gracias? Y, sin embargo, muchos de nosotros disfrutamos los regalos de Dios durante toda la vida y nunca damos gracias. O lo hacemos tarde. La poetisa inglesa, Elizabeth Barrett Browning, habló de la ironía del desesperado apelo humano en El grito del humano:

Y los labios dicen que «Dios es lamentable», nunca dijeron: «Alabado sea Dios».

¿No deberíamos mostrar buenas maneras y agradecer a nuestro Creador sus dones ahora, y el resto de nuestras vidas? ¿No le debemos eso?

Respondiste «Sí». Debes haberlo hecho. Nadie habrá leído hasta aquí sin estar de acuerdo, pero aquí está el problema: muchos de vosotros respondisteis «Sí», sabiendo muy bien que vuestro corazón y mente no están totalmente de acuerdo con las religiones que han encontrado. Aceptas que fuimos creados por un Creador. Luchas por entenderlo. Y anhelas servirle y adorarlo de la manera que Él prescribe. Pero no sabes cómo, y no sabes dónde buscar las respuestas. Y eso, desafortunadamente, no es un tema que pueda ser respondido en un artículo.

Pero sí es algo que puedes encontrar si abres la última Revelación de Dios a la humanidad: El Corán.

 


Fuente: Level Truth / Traducido por Truth Seeker Es y editado por Islam for Christians Es

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