La vida del Profeta Muhammad – sus últimos años

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En los últimos diez años de su vida, el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, puso fin a la adoración de los ídolos y reemplazó la arrogancia y la violencia con la humildad y la compasión.

La batalla de Uhud

Al año siguiente, los Quraysh fueron a atacar Madina y los musulmanes les esperaron en la montaña de Uhud, un lugar cercano a la ciudad. A pesar de la inferioridad numérica, los musulmanes habrían conseguido la victoria de no ser por la codicia de un grupo de arqueros que abandonaron sus puestos atraídos por el botín. Esta derrota provocó el asesinato de los musulmanes que viajaban para propagar el Islam y la hostilidad manifiesta de los judíos que vivían en Madina, enemistad alentada por elementos resentidos que existían en el seno mismo de la comunidad musulmana.

La Batalla del Foso

En el año quinto de la Hiŷra, los Quraysh establecieron una alianza con otras tribus y atacaron de nuevo a Madina, esta vez con unos diez mil hombres. El Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, había cavado un foso profundo como defensa de la ciudad, y el suceso llegó a conocerse como la Batalla del Foso. Una tribu de judíos de Madina, que había suscrito con los musulmanes un acuerdo de ayuda y protección mutua, se unió a los atacantes de Makka. No obstante, confusos por el foso y desalentados por sospechar de sus aliados judíos, además de por un viento que sopló de forma incesante durante tres días y tres noches, los Quraysh y sus aliados se fueron sin presentar batalla. La tribu judía fue severamente castigada por su traición, encargándose del juicio un aliado que ellos mismos habían designado y que basó su sentencia en la Torah.

El tratado de Hudaybiyya

En ese mismo año, el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, decidió ir a Makka con mil cuatrocientos hombres para hacer el Haŷŷ. Acamparon en un lugar llamado al-Hudaybiyya a las afueras de la ciudad, pero se les prohibió la entrada. Los Quraysh enviaron una delegación y el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, firmó un tratado que parecía poco ventajoso para los musulmanes; luego, regresaron a Madina sin tan siquiera entrar en la Ciudad Sagrada. Este tratado, que ponía fin a los combates entre los musulmanes y los Quraysh, demostró ser una gran victoria y el Islam se propagó con una velocidad desconocida hasta ese entonces. Según las cláusulas del tratado, los Quraysh aceptaban abandonar Makka durante tres días al año siguiente cuando los musulmanes hiciesen ‘Umra y visitasen la ciudad. Esta iba a ser la primera vez que el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, y sus Compañeros, visitarían Makka después de siete años.

La conquista de Makka

Al año siguiente, el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, envió un ejército de tres mil hombres para repeler un ataque del emperador bizantino en Siria. Se enfrentaron con denuedo a cien mil hombres, luchando hasta que tres líderes murieron en la batalla. Los pocos que quedaron, se retiraron y volvieron a Madina. Luego, una tribu aliada de los Quraysh rompió el pacto que se había suscrito en al-Hudaybiyya y el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, marchó con diez mil hombres contra los Quraysh de Makka. Conquistaron la ciudad sin derramar sangre alguna y el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, declaró una amnistía general. Perdonó a los que le habían perseguido desde los comienzos del Islam. Se hicieron musulmanes y la única destrucción fue la de los ídolos que había en el interior de la Ka’ba. Luego, el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, se dedicó a subyugar a las tribus hostiles que quedaban, logrando la victoria de Hunayn, y sitiando y conquistando la ciudad de Ta’if cuyos habitantes le habían rechazado diez años antes.

La expedición de Tabuk

En el año noveno de la Hiŷra, los musulmanes de Madina fueron puestos a prueba por Allah. En el periodo más caluroso de todo el año, el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, pidió a los musulmanes que le acompañasen en una penosa expedición a un lugar muy al norte llamado Tabuk para enfrentarse a un ejército de los romanos bizantinos. Algunos salieron y otros decidieron quedarse. La expedición regresó sin entrar en combate. Ese mismo año fue llamado el Año de las Delegaciones por la cantidad de gente que venía de todas partes de Arabia para entrar en el Islam y prestar juramento de fidelidad al Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz.

El Haŷŷ de la Despedida

En el año décimo de la Hiŷra, el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, lideró el Haŷŷ de la Despedida en el que le acompañaron ciento cuarenta mil musulmanes. En un discurso que dio en el Monte Arafat, el Profeta les habló de las obligaciones del Islam y les recordó que serían juzgados por sus acciones; y luego les preguntó si había transmitido correctamente la guía con la que había sido enviado. La respuesta fue: “¡Sí, por Allah!”. Y entonces dijo: “Oh Allah, Tú eres testigo”.

El final de la vida del Profeta Muhammad

Al poco tiempo de regresar a Madina, el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, enfermaba y moría con la cabeza en el regazo de ‘A’isha, su esposa más amada.
En los últimos diez años de su vida, el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, lideró veintisiete campañas militares; en nueve de ellas hubo combates enconados. Planeó e hizo salir a treinta más. Supervisaba personalmente cada detalle del gobierno y juzgaba cada caso, siendo accesible a todo el que se lo pedía. Puso fin a la adoración de los ídolos y reemplazó la arrogancia y la violencia, la ebriedad e inmoralidad de los árabes con la humildad y la compasión, la armonía y la generosidad, creando así una sociedad luminosa. En el momento de su muerte había cumplido con la tarea encomendada por la Divinidad estableciendo, según la guía Divina, una comunidad humana floreciente con una estructura política, económica y legal que protegía a una realidad social resplandeciente y compasiva que permitía el surgimiento de una espiritualidad que tenía una profundidad hasta entonces desconocida en la superficie del planeta.

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