Comparación

Las oraciones del profeta José (Yusuf, la paz sea con él)

Profeta José

Después de todo lo que había pasado, el du’a del Profeta Yusuf fue aceptado y la secuencia de eventos que comenzaron al ser arrojado a un pozo acabó con un puesto de autoridad sobre los tesoros de Egipto.

La súplica (du’a) del Profeta José

La historia del Profeta José transmite muchos buenos ejemplos acerca de la oración y de la súplica (du’a). El Profeta José exhibe todos los signos de una fe fuerte por medio de la confianza, sumisión y lealtad que mostró a Allah ante todos los problemas por los que tuvo que pasar.
Las dificultades del Profeta José (y de su padre, el Profeta Jacob, o Ya’qub, la paz sea con él) comenzaron cuando los envidiosos de sus hermanos lo arrojaron a un pozo. Su padre, el Profeta Jacob, mantuvo su sumisión a Allah a pesar de la preocupante pérdida de su hijo José:

Y presentaron su túnica manchada de sangre falsa. [Pero Jacob] exclamó: “¡No, son vuestras [propias] mentes las que han hecho que un suceso [tan terrible] os parezca algo de poca importancia! Pero [en cuanto a mí,] la paciencia en la adversidad es algo excelente; y sólo a Allah pido que me dé fuerzas para llevar la desgracia que me habéis descrito.
(Sura 12: Yusuf (José), aleya 18)

Como muestra la aleya, el Profeta Jacob, al ver la camisa ensangrentada de su hijo, dijo que él debía tener “paciencia” y con ello mostró una actitud y paciencia exclusiva de los musulmanes. Mientras tanto, el Profeta José, que abandonaron en el fondo de un pozo para que muriese, fue milagrosamente rescatado por una caravana que pasaba cerca. Lo rescataron con el pensamiento de que podrían venderlo, considerándolo una mercancía.
Cuando el Profeta José, que fue comprado como esclavo por un rey egipcio, llegó a la madurez, Allah le concedió “la habilidad de juzgar [entre el bien y el mal], y también conocimiento [innato]“. (Sura 12: Yusuf (José), aleya 22)
El Corán relata cómo la esposa del rey quiso seducir a José y, cuando él rechazó sus insinuaciones, ella lo amenazó con la cárcel. Acto seguido, el Profeta José rezó:

(33) Dijo: “¡Oh Sustentador mío! ¡Prefiero antes la prisión que [acceder a] lo que estas mujeres me proponen: porque, si no apartas de mí su malicia, podría ceder a sus encantos y sería [entonces] de los que viven ignorantes!
(Sura 12: Yusuf (José), aleya 33)

Como se observa en la aleya, en su súplica, el Profeta José expuso sinceramente su situación a Allah. El Profeta José, que fue encarcelado, luego comenzó a transmitir el mensaje de Allah a sus compañeros de cárcel:

(39) “¡Oh compañeros míos de prisión! ¿Qué es más razonable: [creer en la existencia de numerosos] señores [divinos], distintos todos entre sí –o bien [en] el Dios Único, que tiene el dominio sobre todo lo que existe?
(40) “Todo lo que adoráis en vez de Dios no son sino nombres [vacíos] que habéis inventado] –vosotros y vuestros antepasados– [y] para los cuales Dios no ha hecho descender autorización alguna. El dictamen [de qué es cierto y qué falso] pertenece sólo a Dios –[y] Él ha ordenado que no adoréis a nada excepto a Él; esta es la [única] fe verdadera; pero la mayoría de la gente no lo sabe”.
(Sura 12: Yusuf (José), aleyas 39 y 40)

Después de pasar muchos años en la cárcel, la esposa del rey confesó que el profeta José era inocente, y fue liberado:

(51) [Entonces, el rey mandó llamar a esas mujeres; y cuando acudieron,] preguntó: “¿Qué esperabais conseguir cuando quisisteis hacer que José accediera a vuestros deseos?”
Las mujeres respondieron: “¡Santo Dios! ¡No percibimos ningún mal de su parte!”
[Y] la mujer del antiguo amo de José exclamó: “¡Ahora ha salido a la luz la verdad! ¡Fui yo quien quiso hacer que accediera a mis deseos –mientras que él, ciertamente, decía la verdad!”
(52) [Cuando José supo lo ocurrido, dijo: “Pedí] esto, para que [mi antiguo amo] supiera que no le traicioné a escondidas, y que Allah no bendice con Su guía los planes arteros de quienes traicionan sus compromisos. (53) Aún así, no pretendo exculparme a mí mismo: pues, ciertamente, el corazón del hombre [le] incita sin duda al mal, y sólo se salvan aquellos sobre los que su Señor derrama Su gracia. ¡Ciertamente, mi Señor es indulgente, dispensador de gracia!”
(54) Y el rey dijo: “Traédmelo para que lo destine a mi servicio personal.”
Y una vez que hubo hablado con él, [el rey] dijo: “¡En verdad, [desde] hoy tienes entre nosotros una posición de autoridad, depositario de toda confianza!”
(Sura 12: Yusuf (José), aleyas 51-54)

Después de todo lo que había pasado, la oración del Profeta José fue aceptada y la secuencia de eventos que comenzaron al ser arrojado a un pozo acabó con un puesto de autoridad sobre los tesoros de Egipto:

(56) Y así fue como dimos a José una posición de autoridad en la tierra [de Egipto]: tenía pleno dominio sobre ella, donde y como quisiera …
(Sura 12: Yusuf (José), aleya 56)

De esta manera, el Profeta José, que detentaba el poder en el país, dio gracias y rezó a Allah, que lo liberó de la prisión. Su deseo era morir como musulmán y ser uno de Sus verdaderos siervos en el más allá:

(101) “¡Oh Señor mío! Tú me has concedido algo del poder y me has impartido cierta comprensión del significado profundo de los acontecimientos. ¡Creador del cielo y de la tierra! Tú eres mi protector en este mundo y en la Otra Vida: ¡haz que muera estando sometido a Ti, y reúneme con los justos!”
(Sura 12: Yusuf (José), aleya 101)

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