En la sociedad, cada persona tiene una ventana (categoría) a través de la cual él o ella mira para ver a los demás y ser visto. Si la ventana está situada a una altura mayor que su talla real, la gente intenta parecer más alta haciendo uso de la vanidad y adoptando aires de grandeza. Si la ventana está situada a una altura menor que su talla real, se deben inclinar en humildad para mirar hacia fuera, ver y ser vistos. La humildad es la medida de la grandeza de uno, del mismo modo que la vanidad y el engreimiento es la medida del vil carácter.
El Mensajero era de una talla moral tan elevada que se podría decir que tocaba el “techo de los Cielos”. Por lo tanto, no tenía necesidad alguna de ser visto. Quienquiera que viaje en el mundo de las virtudes, le ve antes que a cualquier ser creado, incluidos los ángeles. En las palabras de Said Nursi, el Mensajero es el noble ayudante de campo de Allah. Se rebajó a sí mismo para estar durante un tiempo en este mundo a fin de que la gente pudiese encontrar su camino hacia Allah. Al ser el mejor de toda la humanidad, era el mejor en modestia. Concuerda con el conocido dicho: “Cuanto mejor sea uno, más modesto es”.
Nunca se consideró a sí mismo mejor que nadie. Sólo su radiante rostro y su atractiva persona le distinguían de sus Compañeros. Vivía y vestía como los más pobres y se sentaba y comía con ellos, tal y como lo hacía con los esclavos y los sirvientes. Una vez una mujer le vio comer y dijo: “Come como un esclavo”. El Mensajero respondió: “¿Puede haber un esclavo mejor que yo? Soy el esclavo de Allah”.
Una vez, mientras servía a sus amigos, un beduino vino y gritó: “¿Quién es el señor de esta gente?”. El Mensajero respondió presentándose a sí mismo a la vez que enunciando un importante principio sobre el liderazgo islámico y la administración pública: “El señor de una gente es el que les sirve”. Ali dijo que, entre la gente, el Mensajero era como uno más. Cuando él y Abu Bakr llegaron a Quba mientras emigraban de La Meca a Medina, algunos medineses que no sabían qué aspecto tenía el Profeta, trataron de besarle las manos a Abu Bakr. El único signo externo que les distinguía era que Abu Bakr parecía mayor que el Mensajero.
Mientras los musulmanes construían la mezquita de Medina, el Profeta cargaba con dos ladrillos de adobe; los demás sólo cargaban con uno. Mientras cavaban el foso para defender Medina, los Compañeros se ataron una piedra al vientre para calmar su hambre. El Mensajero se ató dos. Cuando un hombre le vio por primera vez y empezó a temblar de miedo al contemplar su imponente aspecto, el Mensajero le calmó y le dijo: “Hermano, no temas. Soy un hombre como tú, cuya madre solía comer pan seco”. En otra ocasión, una mujer demente le tomó de la mano y le dijo: “Ven conmigo y haz mis tareas domésticas”. Él Mensajero hizo lo que le pidió. [Qadi ‘Iyad, Al-Shifa’, 1:131, 133.] Aisha informó de que el Mensajero se remendaba sus ropas, reparaba su calzado y ayudaba a sus esposas con los quehaceres domésticos. [Tirmidhi, Shama’il, 78; Ibn Hanbal, 6:256]
A pesar de que su modestia le elevó al más alto rango, él se consideraba a sí mismo como un siervo de Allah cualquiera: “Nadie entra en el Paraíso por sus actos”. Cuando se le preguntó si esto era verdad incluso para él, dijo que él sólo podría entrar en el Paraíso gracias la Misericordia de Allah”. [Bujari, “Riqaq” 18]
Sus Compañeros siempre le pidieron consejo o permiso antes de cualquier acción. Una vez, Umar le pidió permiso para hacer la peregrinación menor. El Mensajero se lo permitió e incluso le pidió a Umar que le incluyese en sus súplicas. Umar se alegró tanto que más tarde dijo: “Si los mundos me hubiesen sido concedidos aquel día, no me hubiese sentido tan feliz”. [Ibn Maya, “Manasik,” 5; Tirmizi, “DaAwat,” 109; Abu Dawud, “Witr,” 23].
La humildad era una de las mayores cualidades del Profeta. Al aumentar su rango cada día, aumentaba su humildad y servidumbre a Allah. Su cualidad de siervo era anterior a su cualidad de Mensajero, según se puede ver en la declaración de fe: “Testifico que no hay más dios que Allah; y testifico que Muhammad es Su siervo y Mensajero”. Prefirió ser un Profeta-esclavo que ser un Profeta-rey.
Un día, mientras estaba sentado con el Arcángel Gabriel, el Mensajero dijo que no había comido durante varios días. En cuanto dijo eso, otro ángel apareció y le preguntó: “Mensajero de Allah, Allah te saluda y te pregunta si deseas ser un Profeta-rey o un Profeta-esclavo”. Gabriel le aconsejó que fuese humilde ante su Señor. Y como la humildad formaba parte de su carácter, el Mensajero respondió: “Quiero ser un Profeta-esclavo”. [Ibn Hanbal, 2:231; Hayzami, 9:18].
Allah alaba su servidumbre y le menciona como siervo en varios versículos:
“Y cuando el siervo de Allah se ponía a invocarlo a punto estaban (los genios) de venírsele encima (para verle rezar)” (Al Yinn, 72:19), y:
“Y si tenéis alguna duda sobre lo que hemos revelado a Nuestro siervo, venid vosotros con una sura igual; y si decís la verdad, llamad a esos testigos que tenéis en vez de Allah” (Al Baqarah, 2:23).
Después de las muertes de Jadiya y de Abu Talib, el Mensajero se convenció de que ya no podía esperar ni victoria ni seguridad en La Meca. Por lo que antes de que las cosas llegasen a un estado crítico, buscó una nueva base en Taif. Al ver a los habitantes de la misma tan hostiles, sintió que no tenía apoyo ni protección. Pero Allah manifestó su Misericordia y le honró con la Ascensión a Su Presencia. Al narrar dicho evento, Allah le menciona como Su siervo para mostrar que merecía la Ascensión a causa de su servidumbre:
“¡Gloria a Quien una noche hizo viajar a Su siervo desde la Mezquita Inviolable hasta la Mezquita más lejana, aquella cuyos alrededores hemos bendecido, para mostrarle parte de Nuestros signos! Verdaderamente Él es Quien oye y Quien ve” (Al Isrá, 17:1).
La humildad es el más importante aspecto de la sumisión del Mensajero. Declaró: “Allah exalta al humilde y humilla al altivo”. Ali describe al Mensajero como:
“Era el más generoso dando, y el más afable y el que más paciencia y perseverancia tenía. Era el más sincero en el habla y el más amistoso y agradable en la compañía. Era el más noble de todos en cuanto a linaje. El que le veía por primera vez, se sobrecogía; pero quien le conocía de cerca, era atraído profundamente por él. Quienquiera que haya intentado describirle dice: “Nunca he visto a nadie como él”. [Tirmidhi, Hadiz No. 3880]
Fuente: svida
Escrito por Fethullah Gülen.
Editado por Islam for Christians