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Thu, 21 Nov 2024

La creencia en Allah (1/2)

Creencia en Allah

La creencia en Allah es el corazón del Islam y es esencial para lograr el objetivo fundamental de la vida humana.

Es de suma importancia conocer bien la creencia correcta del Islam (el Iman), y especialmente para los que hemos crecido en países de mayoría cristiana, pues estamos, en muchas ocasiones, influenciados, en mayor o menor medida, por las creencias cristianas.

El Iman es creer en Allah, en Sus ángeles, Sus Libros, Sus Mensajeros y el Último Día, y creer en el Decreto, tanto si es bueno como malo. Esos son los seis pilares del Iman, al igual que el Islam tiene sus pilares, que en ese caso son cinco.

El primer Pilar del Iman

La creencia en Allah

La orden de creer en Allah impregna todo el Corán, y un tercio del mismo está dedicado a enseñar a los seres humanos la naturaleza de la Unidad Divina. Se dice que toda esta enseñanza está resumida en la Surat al-Ijlas:

“En el nombre de Allah, el Misericordioso, el Compasivo. Di: Él es Allah, Uno. Allah, el Señor Absoluto. No ha engendrado ni ha sido engendrado. Y no hay nadie que se Le parezca”. (Surat al-Ijlas, 112: 1-4)

Otros dos pasajes representativos que hablan de la naturaleza de la Unidad Divina son en primer lugar la Ayat al-Kursi de la Surat al-Baqara:

“Allah, no hay dios sino Él, el Viviente, el Sustentador. Ni la somnolencia ni el sueño Le afectan. Suyo es cuanto hay en los cielos y cuanto hay en la tierra. ¿Quién puede interceder por alguien ante Él, si no es con Su permiso? Sabe lo que hay ante ellos y lo que hay tras ellos; y no abarcan nada de Su conocimiento que no sea lo que Él quiere. El escabel de Su trono abarca los cielos y la tierra y no Le causa fatiga mantenerlos. Y Él es el Elevado, el Inmenso”. (Surat Al-Baqara, 2: 255)

Y el segundo pasaje es el comienzo de la Surat al-Hadid:

“Todo lo que hay en los cielos y en la tierra glorifica a Allah y Él es el Insuperable sin igual, el Sabio. Suya es la soberanía de los cielos y de la tierra, da la vida y da la muerte y es Poderoso sobre todas las cosas. Él es el Primero y el Ultimo, el Manifiesto y el Oculto y es Conocedor de todas las cosas. Él es Quien creó los cielos y la tierra en seis días y a continuación se asentó en el Trono. Conoce lo que entra en el seno de la tierra y lo que sale de ella, lo que cae del cielo y lo que a él asciende. Y está con vosotros dondequiera que estéis. Allah ve lo que hacéis. Suya es la soberanía de los cielos y de la tierra y a Allah regresan los asuntos.Hace que la noche penetre en el día y que el día penetre en la noche y es el Conocedor de lo que encierran los pechos”. (Surat al-Hadid, 57: 1-6)

La creencia en Allah es el corazón del Islam y es esencial para lograr el objetivo fundamental de la vida humana. Hay muchos no-musulmanes que declaran creer en Dios, pero son muy pocos los que pueden dar una definición coherente de la deidad en la que creen. El conocimiento de lo que se puede decir sobre la naturaleza de la Unidad Divina ha sido siempre un elemento esencial en la enseñanza islámica y, ya desde el principio, la comprensión de lo que puede o no decirse sobre Allah ha sido obligatorio para todo musulmán. Las fuentes coránicas eran la base de todas las formulaciones sobre la Unidad Divina que exponían los eruditos de los primeros días del Islam. Un ejemplo de este caso podemos verlo en la Risala de Ibn Abi Zayd al-Qayrawani:

“Lo obligatorio es creer con el corazón y pronunciar con la lengua que Allah es el dios único y que no hay más dios que Él, que no tiene parecido ni igual, que no tiene hijo, ni padre, ni esposa, ni asociado alguno. No tiene ni comienzo ni final.

Los que intentan describirlo no pueden hacerlo y los pensadores no pueden abarcarlo con su pensamiento. Los que reflexionan lo hacen acerca de Sus signos, mas no en torno a la realidad de Su Esencia. “Y no abarcan nada de Su conocimiento que no sea lo que Él quiere”. (Surat Al-Baqara, 2: 255). “El escabel de Su trono abarca los cielos y la tierra y no Le causa fatiga mantenerlos. Y Él es el Elevado, el Inmenso”. (Surat Al-Baqara, 2: 255).

Él es el Elevado, el Inmenso, el Omniscente, el Conocedor, el Planificador, el Poderoso, el Oyente, el Vidente, el Excelso, el Grande. Por Su esencia está sobre Su inmenso Trono y, por Su conocimiento, está en todas partes. “Hemos creado al hombre y sabemos lo que su alma le susurra. Estamos más cerca de él que su propia vena yugular”. (Surat Qaf, 50: 16). “No cae una sóla hoja sin que Él no lo sepa, ni hay semilla en la profundidad de la tierra, ni nada húmedo o seco que no esté en un libro claro”. (Surat al-An’am, 6: 59). Está asentado sobre Su trono y tiene el control absoluto de Su reino.

Posee, y siempre los ha poseído, los Nombres más hermosos y los Atributos más sublimes. Él es demasiado elevado como para que Sus Atributos hayan sido alguna vez creados o Sus Nombres inventados.

Habló a Musa (Moisés) con Su Palabra, la cual es un atributo de Su esencia y no una de sus criaturas. Se manifestó en el Monte, el cual se desmoronó totalmente ante Su Majestad”.

Esta comprensión está por completo basada en la forma en que las primeras generaciones del Islam entendían los versículos del Corán que hablaban directamente de la Unidad Divina. No obstante, y al poco tiempo, varias facciones de racionalistas y literalistas comenzaron a distorsionar esta aceptación directa del texto revelado, razón de que fuese necesario estructuralizar el entendimiento de los Atributos Divinos para defender la creencia ortodoxa. Uno de los grandes eruditos que asumieron la defensa del entendimiento coránico original fue el Imam Abu´l-Hasan al-Ash’ari.

Firmemente basado en el entendimiento coránico original, el Imam Abu’l Hasan dispuso de tal manera la comprensión de los Atributos Divinos que redujo al mínimo el peligro de cometer algún error con respecto a la naturaleza del Dios que se adoraba. Listó trece atributos esenciales, de los cuales seis se aplican a la Esencia Divina y siete a las acciones Divinas. Los que describen la Esencia Divina son: Existencia/wuŷud, Preeternidad/qidam, Continuación indefinida/baqa, Carencia de necesidad alguna/ghina, Diferenciación con respecto a los seres creados/mujalafa li’l-hawadiz, Unidad de Su esencia, atributos y acciones/wahdaniyya dhatihi wa sifatihi wa af’alihi. Los atributos Divinos necesarios para la acción Divina son: Vida/hayat, Conocimiento/’ilm, Poder/qudra, Voluntad/irada, Oído/sam’a, Vista/basar, Habla/kalam. Hablando con propiedad, la existencia/wuŷud, no es un atributo como tal, pero denota simplemente que Allah es.

A lo largo de los siglos ha habido un gran número de eruditos que, basados en el Corán y en el contexto de esta cuestión determinada, la han desarrollado y han proporcionado descripciones rotundas de la Unidad Divina. Una de estas descripciones es la de Abu Bakr al-Kalabadhi:

“Allah es Uno, Único, Solo, Eterno, Imperecedero, Conocedor, Poderoso, Viviente, Oyente, Veedor, Fuerte, Poderoso, Majestuoso, Grande, Generoso, Clemente, Orgulloso, Tremendo, Resistente, Señor, Soberano, Amo, Misericordioso, Compasivo, Dispuesto, Hablante, Creador y Sustentador. Él está calificado con todos los atributos con los que Él se ha calificado y es llamado con todos los nombres con los que Él se ha llamado. Y desde la preeternidad nunca ha dejado tener todos estos nombres y atributos, sin parecerse a la creación en modo alguno. Su Esencia no se parece a la esencia de las cosas creadas ni Sus Atributos a los de éstas últimas. Cualquier término que se aplica a los seres creados indicando su creación en el tiempo, no puede aplicarse a Él. Nunca ha dejado de ser el Primero, el Anterior a todo lo nacido en el tiempo, el Existente antes de todo. No hay nada eterno excepto Él, ni tampoco deidad que no sea Él. Y no es cuerpo, forma, persona, elemento o accidente. Con Él no se da la unión o la separación, el movimiento o la quietud, el incremento o la pérdida. No tiene partes ni partículas ni miembros ni extremidades ni aspectos ni lugares. No tiene defectos, el sueño nunca Le vence, los estados no Le afectan ni puede ser definido mediante alusiones. El espacio no Le contiene y el tiempo no Le afecta. No puede decirse que ha sido tocado, aislado o que viva en lugar alguno. El pensamiento no Le abarca y no puede ser cubierto con un velo ni percibido por el ojo. Sus atributos no cambian y Sus nombres no se alteran. Así ha sido desde siempre y así será para siempre. Él es el Primero y el Último, el Externo y el Interno. Todo lo sabe. No hay nada como Él. Todo lo oye y todo lo ve”.

Hablando del mismo tema, ‘Ali al-Huŷwiri dice:

“Allah es Uno, incapaz de unión o separación y no admite dualidad. Su Unidad no es numérica, en el sentido de obtener dos si se añade otro número. Él no es finito, en el sentido de tener las seis direcciones. Él no tiene espacio ni está en el espacio. No es contingente, en el sentido de necesitar una sustancia, ni tampoco es una sustancia que necesite otra como ella para existir. No es una forma natural que Le haría estar sujeto al movimiento o la quietud. No es un espíritu en el sentido de necesitar un cuerpo. No es un cuerpo físico que está compuesto de miembros. Él no forma parte de las cosas, algo que podría significar que, de alguna manera, fueran similares a Él. No está unido a cosa alguna, puesto que significaría que son parte de Él. Está a salvo de toda imperfección y por encima de cualquier defecto. No hay nada como Él, como si se pudiera sugerir que Él y Sus criaturas hacen dos. No tiene un hijo cuyo nacimiento le transforme en señor. Su esencia y atributos son inalterables. Está dotado de los atributos de perfección que confirman los creyentes y los que afirman Su unidad y que Él ha dicho poseer. Carece de los atributos que le imputan los herejes. Él es el Viviente, Conocedor, Perdonador, Misericordioso, Dispuesto, Poderoso, Oyente, Veedor, Hablante y Sustentador. Su conocimiento no está producido en Él ni Su poder instigado en Él. Su visión y Su oído no son separables de Él. Su lenguaje no está aparte de Él. Él ha existido con Sus atributos desde antes de la eternidad. No hay ser ni cosa creada que esté fuera de Su conocimiento o sea independiente de Su voluntad. Él hace lo que quiere, y es lo que considera oportuno, y no hay criatura que pueda contradecirle. Su decreto es definitivo y Sus amigos no puede hacer más que resignarse. Él es el único Predestinador del bien y del mal, y la única fuente verdadera de miedo y esperanza. Él crea lo que daña y lo que beneficia. Él es el único juez y Su juicio es sabiduría. Nadie puede alcanzarle. Los que moren en el Jardín Le verán. Pero el antropomorfismo no puede aplicársele creyendo que se puede estar frente a Él o verle con los ojos. No obstante, los amigos de Allah pueden contemplarle en este mundo”.

Muhyi’d-Din ibn ‘Arabi profundizó aún más en esta imagen básica:

“Hermanos míos y seres más queridos, ¡que Allah esté complacido con vosotros! Un esclavo pobre y débil, que necesita a Allah en cada frase y en cada mirada, os pide que deis testimonio en su nombre después de pedir a Allah, a Sus ángeles y a quien esté presente de los creyentes y pueda escuchar: os pide que atestigüéis que este esclavo afirma con la palabra y la creencia que:

Allah es uno sin segundo en Su divinidad, sin esposa ni hijo, el Amo sin socio alguno, el Rey sin ministros.

Él es el Hacedor sin ayudante que Le acompañe.

Él existe por Sí mismo sin que necesite a nadie que Le traiga a la existencia. Pero todo lo que hay en la existencia Le necesita para su propia existencia. El universo entero existe gracias a Él y solo Él es descrito como teniendo existencia en Sí mismo.

Su existencia no tiene principio y Su continuidad no tiene fin. Es existencia pura y sin límites.

Él subsiste por Sí mismo, no está basado en una sustancia aislada (ŷawhar) que determinaría un lugar para Él, ni tampoco en algo contingente (‘arad) que imposibilitaría Su continuidad, ni tampoco en un cuerpo que poseería dirección y tendría un opuesto.

Él es puro y está por encima de direcciones y regiones.

Si Él quiere, los ojos y los corazones Le pueden ver.

Él “se asentó en el Trono” (Surat al-A’raf, 7: 54), tal y como Él dijo; y esto es según el significado que Él quiere, lo mismo que en el caso del Trono y cualquier otra cosa en la que Él se establece. Él es el Primero y el Último.

Él carece de aspecto comprensible y los intelectos no pueden indicarle. El tiempo no Le limita y el lugar no Le disminuye. Él no tenía lugar y ahora Él es como antes era.

Él ha creado lo que está firmemente establecido, lo mismo que todo lugar, y Él originó el tiempo. Dijo Él: “Yo soy el Único, el Viviente que no se cansa de sustentar las criaturas”.

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