Fiestas Primaverales: la Semana Santa, mundo cofrade
Editorial
“Y cuando es recordado Allah, sin nadie más, los corazones que no creen en la Última Vida, sienten rechazo, sin embargo, cuando se recuerda a los que no son Él, entonces se llenan de gozo”. (Az-Zumar, 39:45)
La verdad obviada
Durante años muchos musulmanes españoles han mantenido la convicción de que, al exponer la verdad esencial sobre la idolatría al mundo cofrade, los devotos católicos podrían entender, con un ejemplo que reconocieran como dentro de lo que llaman tradición cristiana, el error profundo en el que se basa la adoración de imágenes y los rituales establecidos a su alrededor, incluidas sus procesiones.
El decano de los musulmanes españoles, Sidi Karim Viudes, había referido el drama de las trianeras Justa y Rufina, cristianas conversas, las que hoy llaman patronas de Sevilla, ajusticiadas por negarse a reconocer, que la diosa Venus, debía ser adorada, y respetada cuando las vestales la procesionaban. El episodio parece ser que concluyó, con la ruptura de la imagen y la muerte de aquellas creyentes a manos del poder romano de Sevilla. Triste paradoja, comentaba el decano, si viesen hoy sus esculturas en procesión por las calles de esta ciudad.
¿Conocería el mundo cofrade esta historia ejemplar de la más profunda identidad Abrahámica?
La respuesta no se hizo esperar, mientras esta inquietud residía en los corazones de mucha gente sincera, un tal Joakim. D. San Bernardo, en febrero de 2010 escribía en su blog lo que la web cofrades.pasionensevilla.tv, recogía para aclararnos todas las dudas.
Para comenzar nos deja claro, que “…en el siglo III, aún estaba prohibido adorar, venerar y dar culto a imágenes hechas por el hombre… eso solo lo hacían los paganos y los idólatras”.
Cosas de antiguos, viene a decir. Algo ya superado en esta fase histórica de la iglesia católica. Continuemos, pues la cosa cada vez está más definida.
Sigue diciendo: “En la Híspalis del siglo III, una vez al año, como ahora en el siglo XXI, se hacían las fiestas de Venus (nosotros hacemos la semana santa) …” Es decir, el tiempo litúrgico de la primavera, todo lo que tiene que ver con los gozos sensuales, y los éxtasis liberadores de la antigua religión de Venus, han continuado vivos a través de los siglos, pero vestido en sus opuestos: el dolor y la represión.
Cerremos esta inmersión en la ideología cofrade descubriendo, y volvemos al texto, “¿…qué pasaría, en este siglo XXXI, si vinieran algunos a los que les está prohibido hacer o adorar y dar culto a imágenes a semejanza de dios y nos insultara las imágenes que procesionan en semana santa… y las tiraran al suelo…?”.
Contesta a reglón seguido: “por una banda o por otra, a pellizcos, los matábamos”.
Esto es una advertencia, expuesta con toda claridad, de lo que están dispuestos a hacer, a los que quieran emular la acción de aquellas jóvenes alfareras de Triana, que hoy, cual Venus, salen al día del Corpus. De lo cual nos damos por enterados.
Verdaderamente no nos queda duda alguna de que toda esta situación de falsedad idolátrica esconde luchas de poder esenciales, para que el magisterio de la iglesia permita estas manifestaciones contrarias a las enseñanzas de Jesús, la paz sea con él.
“Han caído en incredulidad los que dicen que Allah es el Mesías, el hijo de María”. (Al-Maida, 5:17)
La religiosidad popular
Difícilmente podremos recuperar la verdad esencial, visto lo visto.
Máxime, si, como publica la Universidad de Sevilla, el negocio de la Semana Santa ha dejado más de 240 millones de euros en la edición del año pasado. El becerro de oro, es lo que ahora se adora verdaderamente, el negocio y lo que representa. Lo demás son cuestiones a obviar. Y en esa foto todos los políticos quieren aparecer. Volvamos al hilo de nuestra reflexión.
En los años setenta, habíamos conocido el desarrollo de las recomendaciones del Concilio Vaticano II, y habíamos observado cómo este se había separado de las manifestaciones no litúrgicas, procesiones, romerías y cofradías de semana santa. Incluso se dotó de un aparato didáctico que enseñara a la juventud que lo esencial, era la práctica de los valores representados por la vida de Jesús, frente a todo esto.
Coincidió esta etapa en España con el fin del franquismo y el comienzo de la democracia bancaria. En algunos pueblos y parroquias existía una ruptura completa entre ambos mundos. Pero de pronto observamos un resurgir expansivo y una presencia cada vez más grande de lo cofrade en el espacio público.
Y nos preguntábamos ¿De dónde emerge este poder?, programas de radio, espacio propio en la prensa todo el año, música cofrade, arte cofrade, congresos cofrades, y las tabernas cofrades aparecían como las sucursales bancarias en los barrios y capitales. Y en el instaurado pregón, los políticos los primeros.
La respuesta de nuevo la encontramos, en las páginas del consejo de hermandades de Sevilla, en un artículo del Catedrático de Historia medieval.
José Sánchez Herrero, dice textualmente: “En 1982 el PSOE ganaba las elecciones y comenzaba a gobernar España… con el triunfo del PSOE, el coincide la vuelta hacia la religiosidad popular, no en cuanto religiosidad, sino en cuanto popular, convirtiendo la religiosidad en una cultura popular, propia del pueblo, no de la iglesia, y menos de la jerarquía eclesiástica.
Con ello pretende obtener puntos sobre la misma iglesia o al menos sobre la jerarquía eclesiástica ante el pueblo amante de lo suyo y de sus tradiciones, pues la iglesia postconciliar lucha contra esas manifestaciones populares, mientras que el PSOE las defiende.
La jerarquía eclesiástica, al darse cuenta de que esa religiosidad se le escapa, y que podía ser utilizada contara la iglesia católica, comenzó a girar hacia ellas lentamente. Tanto giró que hoy son el sustento de algo que no tiene definición ya. La iglesia y el socialismo.
SPQR. La antigua religión pagana del pontificado romano, vuelve al trono.
“Gentes del libro, no saquéis las cosas de quicio en vuestra práctica de adoración, ni digáis nada sobre Allah, nada que no sea verdad”. (An Nisá, 5:171)