Originally posted 2018-09-25 02:21:11.
Seguimos describiendo la sociedad en la que nació Jesús
Josephus, que empezó su vida como Esenio, relata que los Esenios creen que el alma (ruach) es inmortal. Es un regalo de Dios. Algunas almas son purificadas por Dios para Sí mismo, eliminando todas las imperfecciones de la carne. La persona así perfeccionada consigue una santidad libre de toda impureza.
Estos habitantes de las cuevas proseguían su existencia sin ser afectados por las olas de conquistadores que ya habían destruido una vez el Templo de Salomón en el 586 a.C. -que volverían a hacerlo en el 73 d.C.- y que habían conquistado a los judíos una y otra vez. La vida de los Esenios en el desierto no significaba una evasión de la responsabilidad de cada judío con respecto a la lucha por conseguir la pureza de religión y la liberación de Judea de las agresiones extranjeras. Paralelamente a las oraciones cotidianas y al estudio de las Escrituras, algunos Esenios formaban parte de una fuerza eficaz que no sólo predicaba la enseñanza de Moisés sino que también estaba lista para luchar en defensa de la libertad para poder vivir de la manera que indicaban sus enseñanzas. De este modo, su lucha se justificaba como servicio a la causa Divina y no como un medio de alcanzar el poder o logros personales.
Los Zaleotes
El enemigo llamaba “Zaleotes” a los integrantes de este grupo de combate. Los Zaleotes estaban agrupados bajo una bandera y cada tribu tenía su propio estandarte. Estaban distribuidos en cuatro divisiones al frente de cada cual había un jefe. Cada división estaba formada por gentes de tres de las tribus de Israel. De esta manera las doce tribus estaban organizadas bajo una bandera. El jefe tenía que ser un Levita que no sólo era jefe militar, sino que también enseñaba la Ley. Cada división tenía su propia Midrash (escuela) y el jefe Levita tenía que, aparte de cumplir con sus obligaciones como jefe militar, impartir darsh (lecciones) en la escuela. Y así, viviendo en esas cuevas del desierto, los Esenios rehuían la búsqueda del placer, desdeñaban el matrimonio y despreciaban la riqueza. Formaban una sociedad secreta cuyos secretos jamás se divulgaban a los que no eran miembros de la misma. Los romanos conocían su existencia pero no podían penetrar el cerco de secretos que los rodeaban. El sueño de todo judío dispuesto a la aventura era llegar a ser miembro de esta sociedad ya que era el único medio a su disposición para luchar contra los invasores extranjeros.
Rechazo al matrimonio
Los Esenios, como ya sabemos por las informaciones proporcionadas por Plinio, rehusaban el matrimonio pero adoptaban los hijos de los demás; cuando éstos eran aún dóciles y maleables, los aceptaban como parientes y los moldeaban conforme a las reglas de su forma de vida. Así era como, durante siglos y por imposible que parezca, la sociedad Esenia se perpetuaba a pesar de que nadie naciera en el seno de la misma.
Y cuando Isabel, la esposa de Zacarías, el Sumo Sacerdote del Templo de Salomón que había cuidado de María, madre de Jesús, cuando ésta aún era una niña, tuvo un hijo a pesar de su avanzada edad, Zacarías lo envió al desierto con los Esenios para que su hijo creciera con ellos. La historia lo conoce con el nombre de Juan el Bautista. Ahora que ya conocemos la existencia en el desierto de la comunidad Esenia, la acción de Zacarías es comprensible. No es que enviara a su querido hijo a la soledad del desierto, sino que lo confiaba a la comunidad más fiable, una comunidad cuyo objetivo era vivir de manera agradable a ojos de Jehová. María, que era prima o sobrina de Isabel, esposa de Zacarías, fue criada por Zacarías puesto que María había sido confiada al cuidado del Templo cumpliendo así una promesa hecha por su madre llamada Hannah. Este era el marco y el clima social y político en el que nació Jesús. Como ya hemos visto, entre los judíos existía una gran expectación por la llegada del Mesías, el nuevo líder que iba a ser bautizado y ungido como rey. El rumor que circulaba entre los judíos sobre su inminente nacimiento es lo que motivó la decisión de Herodes de matar a todos los recién nacidos de Belén lugar en el que, según la tradición, iba a aparecer el Mesías. La poderosa sociedad secreta de los Esenios se puso en movimiento por Zacarías y María consiguió escapar de las garras de los soldados romanos. Se trasladó con Jesús a Egipto, lugar donde los Esenios tenían otra comunidad.
Desaparición de Jesús
La repentina desaparición de Jesús y María y su exitosa huida de las autoridades romanas había sido, hasta el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto, un misterio que dio origen a muchas especulaciones. Ninguno de los Evangelios describe el episodio en detalle. La existencia de la comunidad Esenia muestra cómo fue posible para ellos evadirse de sus perseguidores a pesar de la expectación que rodeaba el nacimiento. En otras circunstancias, un niño que hablaba coherentemente y con autoridad desde la cuna y que era visitado por pastores y Magos, no habría podido desaparecer tan fácilmente.
La muerte de Herodes
En el año 4 a.C., según las fechas oficiales, cuando Jesús tenía tres o cuatro años, Herodes muere. Con ello desaparece el peligro inmediato que se cernía sobre la vida de Jesús y éste ya puede moverse libremente. Se pone de manifiesto que Jesús había sido educado bajo la dura disciplina de los maestros Esenios y, al ser un discípulo inteligente, había aprendido la Torá rápidamente. Al llegar a los doce años de edad, Jesús es enviado al Templo de Salomón donde se descubre que en vez de limitarse a repetir las lecciones, habla con autoridad y confianza. Hay varias tradiciones orales musulmanas que mencionan los dones especiales que Jesús había recibido desde temprana edad. Las siguientes descripciones provienen de las Historias de los Profetas, de Az-Za’labi: