La virgen Maria

Acerca de la gente que vive en países no islámicos

Islámicos países

Muchos musulmanes viven en países no islámicos.

¿QUÉ OCURRE CON LOS QUE ESTÁN VIVIENDO EN PAÍSES NO MUSULMANES?

Algunos de los que hacen esta pregunta quieren decir lo siguiente: “Ya que creemos en Allah y Su Profeta, iremos al Paraíso. Pero los que han nacido o viven en países no islámicos no se benefician de la Luz Divina y Su Dirección, de manera que ellos irán al Infierno”. La pregunta es una táctica malintencionada; por una parte, intenta crear más dudas sobre Allah para los no musulmanes y, por otra parte, furtivamente hace una crítica al Islam.

Primero, no hay ninguna declaración general o concreta en el Islam de que los que viven en países no islámicos irán al Infierno, sino que el decreto es así: Si los que oyeron el mensaje y la invitación del Profeta -la Paz sea con él-, y atestiguaron la verdad y la luz del Islam, lo rechazan y se alejan, ellos irán al Infierno. Los que no lo hagan irán al Infierno aunque ellos hayan nacido y vivido en países islámicos.

Muchos eruditos y teólogos musulmanes han hablado y han escrito sobre lo que el Corán y los hadices dicen sobre el tema. Sin embargo, ¿por qué hace la gente preguntas de este tipo?, ¿cómo afectará o cambiará sus vidas la respuesta?, ¿les servirá de algo en la Otra Vida?, ¿hay alguna diferencia entre los que son infieles intencionados y los que no creen porque ellos nunca han oído hablar acerca del Islam?

Los asharíes dicen que quien no ha oído el nombre de Allah o las enseñanzas del Islam será “perdonado”. Allah, como Él quiere, recompensa a tal gente por el bien que ellos hayan hecho y disfrutarán de las bendiciones del Paraíso.

La opinión de los maturidíes es algo semejante a la de los mutazilíes. Si esa gente encuentra al Creador utilizando la razón, aunque ellos no conozcan Sus Nombres ni los Atributos, serán salvados. Si no hacen esto, no serán salvados. Esta posición no es tan diferente de la de los asharíes.

Según los maturidíes, no importa dónde uno vive, para alguien que puede ver el sol y la luna cuando sube y se pone, las estrellas cuando brillan, el equilibrio y el orden de la creación, el esplendor y la regularidad en la enorme variedad de la creación, la grandiosidad de las montañas y las brisas suaves y relajantes sobre sus laderas, y los colores y los movimientos prodigiosos de las flores, de los árboles, y de los animales. Son los signos del Dueño, el Creador, el Dador y el Administrador de todas las cosas. Por lo tanto, la gente puede observar y reconocer la existencia absoluta, el poder, y la gracia del Creador sin saber Sus Nombres y Atributos ni conocer Sus Libros o Mensajeros. Tal gente está entre los perdonados. Por eso cuando se hace esta pregunta, deberíamos basarnos en la opinión de los grandes imames del Islam.

El imam Ashari deduce del siguiente versículo:

Nosotros nunca castigamos hasta que hayamos mandado a un Mensajero” (Surat al Isra, 17:15)

que la gente no puede ser castigada con un mal hasta que la advertencia les alcance a través de un Mensajero auténtico.

Según los maturidíes, la razón puede distinguir el bien del mal. Pero sería un error decir que la razón puede resolver todo por sí misma. Esta es la causa de que Allah envíe a los Mensajeros para transmitir Su Mensaje y no deje nada al juicio y la experiencia falibles de los humanos. El argumento de los maturidíes es así: La razón puede entender que el adulterio y la fornicación son malas, porque tales prácticas interrumpen la genealogía y el linaje y hacen que se pierdan, y que causen problemas en la herencia y otros asuntos. La razón puede entender que el robo es malo, ya que no permite a nadie vivir en un grado mínimo de seguridad; y que el alcohol y otras sustancias estupefacientes son malos porque hacen que la gente pierda la conciencia, dañan la salud, los hacen vulnerables a muchas enfermedades y pueden afectar a sus descendientes.

Podemos hablar de lo mismo en el caso del bien. La razón puede comprender que la fe en Allah está bien, ya que nos conduce a la satisfacción y la alegría interior. Incluso en este mundo, comenzamos a sentir la alegría que tendremos en el Paraíso. El camino de la fe no es tan difícil. Una vez, un beduino se acercó al Profeta y le explicó cómo había alcanzado la fe: “El excremento de camello mostraba la existencia del camello. Las huellas en la arena indicaban la presencia de un viajero. El cielo con sus estrellas, la tierra con sus montañas y valles, y el mar con sus olas ¿acaso no indicaban al Todopoderoso, el Omnisciente y el Sabio?” Como él alcanzó la fe en Allah a través de la reflexión, nosotros no podemos subestimar el papel de la razón y el pensar en la fe.

Teniendo en cuenta este punto, Maturidi dice que uno puede encontrar al Creador mediante la razón. Hay muchos ejemplos de las épocas pre-islámicas. Uno es Waraqa ibn Nawfal, el primo de Jadiya, que sintió que un Profeta vendría durante su vida porque muchos de los signos se habían realizado. Cuando la primera Revelación se le anunció a Muhammad, Jadiya buscó el consejo de Waraqa. Él confirmó la veracidad de la misión de Muhammad y las revelaciones. Entendiendo que ningún bien vendría de los ídolos, Waraqa los ignoró y, por su propio juicio, creyó en la existencia de Allah el Único.

Otra persona era Zayd ibn Amr, el tío de Umar ibn al-Jattab. Sabía que la llegada de un Profeta era inminente, ignoró los ídolos y adoró a Allah el Único. Aunque él murió antes de Muhammad, por intuición sabía que vendría. En su lecho de muerte, llamó a su hijo Said, Omar y otros miembros de la familia y les dijo: “La luz de Allah está en el horizonte. Creo que surgirá del todo muy pronto. Yo siento sus signos sobre nuestras cabezas. En cuanto el Profeta aparezca, sin perder tiempo, id y uníos a él.”

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