Algunos apologistas cristianos afirman que las personas que se convierten del Islam al cristianismo o cualquier otra religión son pocos en número debido a la aplicación de la pena por apostasía. Sin embargo, esta alegación no tiene fundamento vistos los hechos que a continuación se detallan.
El judaísmo impuso la pena de muerte a aquellos que querían abandonar el judaísmo. En el Antiguo Testamento, leemos los siguientes versículos:
“Si te incitare tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo, tu hija, tu mujer o tu amigo íntimo, diciendo en secreto: Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que ni tú ni tus padres conocisteis, de los dioses de los pueblos que están en vuestros alrededores, cerca de ti o lejos de ti, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo de ella; no consentirás con él, ni le prestarás oído; ni tu ojo le compadecerá, ni le tendrás misericordia, ni lo encubrirás, sino que lo matarás; tu mano se alzará primero sobre él para matarle, y después la mano de todo el pueblo. Le apedrearás hasta que muera, por cuanto procuró apartarte de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; para que todo Israel oiga, y tema, y no vuelva a hacer en medio de ti cosa semejante a esta”. (Deuteronomio 13: 6-11)
Los sacerdotes cristianos también creían que los apóstatas debían ser condenados a muerte. Aquino afirmó que los herejes debían ser condenados a muerte si no podían ser rescatados por la Iglesia, afirmando: “Sobre los herejes hay dos cosas que decir. Su pecado merece el destierro no solo de la iglesia, con la excomunión, sino también del mundo, con la muerte”. [I]
En consecuencia, todas las religiones divinas imponen castigos a la apostasía. Sin embargo, las siguientes estadísticas fiables indican que el Islam es la religión de más rápido crecimiento del mundo:
“El Islam es la religión de mayor crecimiento del mundo. En 1990, 935 millones de personas eran musulmanes y esta cifra ascendió a alrededor de 1.200 millones en el año 2000, lo que significa que alrededor de una de cada cinco personas siguen el Islam. Aunque la religión comenzó en Arabia, en 2002 el 80% de todos los musulmanes vivían fuera del mundo árabe. En el período 1990-2000, aproximadamente 12,5 millones de personas más se convirtieron al Islam que al cristianismo”. [II]
Cabe señalar que la pena impuesta a la apostasía por el Islam ha sido rara vez llevada a cabo desde la vida del Profeta Muhammad hasta la fecha. Hoy en día, esta pena no está en vigor en ninguna parte del mundo. No nos damos cuenta de que los musulmanes renuncian al Islam porque no hay castigo por ello. Los apóstatas musulmanes continúan vivos y no son sentenciados a muerte, como se afirma falsamente.
Debe tenerse en cuenta que aunque el Islam impone un castigo por la apostasía como las otras religiones divinas, el Islam no depende de dicha pena para mantener a sus seguidores en su redil. El Islam es la religión de la persuasión. No necesita obligar a nadie a abrazarla por la fuerza.
En el Corán, Allah dice:
No hay coacción en la práctica de Adoración, pues ha quedado claro cual es la buena dirección y cual el extravío. (Al-Baqarah 2: 256)
El Islam es la religión final de Allah, es la extensión más moderna de las revelaciones de Allah. Llegó para defender los credos divinos previos proclamando el monoteísmo e introdujo la más fácil de las leyes de Allah, que toma en consideración las necesidades de todos los pueblos, desde la época del Profeta Muhammad hasta el fin del mundo.
Por lo tanto, no hay nada malo en el Islam, en términos de credo o ley, que pueda hacer que la gente renuncie o se niegue a abrazarla.
La coacción no ayuda en asuntos religiosos. Una religión es una creencia en el corazón sobre la cual nadie sabe nada. La creencia se sostiene y se afirma por convicción. Nadie puede obligar a otro a creer en algo por la fuerza. La coacción conduce a fingir, por miedo al daño, en lugar de la firme creencia.
Se puede esperar que la creencia y la práctica del Islam sean adoptados por cualquier persona racional. El Islam es sustancial en la razón y en el corazón. Es adecuado para todo el mundo, en todo momento y en todas partes.
El Islam no impone un castigo por su renuncia. Más bien impone un castigo por la renuncia a la razón y a la lógica. Cuando un musulmán está dispuesto a abandonar el Islam, la reacción prescrita no es un castigo o siquiera una amenaza de castigo. Es más bien una invitación a un diálogo basado en la razón y la lógica. Si un musulmán rechaza este diálogo o renuncia al lenguaje de la razón y la lógica, puede entonces ser castigado, no por abandonar el Islam sino por sofista.
Se puede observar que cada vez que se trata de saber por qué un determinado musulmán abandona el Islam se descubre que él/ella no da una buena razón por la que abandona el Islam. No dice nada malo sobre el Islam. Es el ambiente corrupto, la mala educación, o las condiciones desfavorables lo que conducen a la apostasía.
Cualquier afirmación sobre los aspectos negativos del Islam puede ser fácilmente refutada. Nadie puede convencernos de que hay un sistema religioso que sea mejor que el Islam. Las preguntas parciales no deben exagerarse o acentuarse. Se requiere una visión holística en asuntos religiosos.
En el caso de la persistencia de un musulmán en el sofismo, el gobernante musulmán debe decidir su caso. No debe ser necesariamente condenado a muerte. Su destino queda a la entera discreción del gobernante musulmán.
El Islam no está interesado en castigar a la gente. Simplemente se preocupa por el derecho de prohibir y evitar el mal. Cuando se trata de la apostasía, el Islam no insiste en castigar a cada apóstata. Está dispuesto a mantener a su comunidad unida, bien regulada, a salvo de la anarquía y dependiente de la lógica del diálogo para la comunicación entre sus miembros.
No importa al Islam si alguna gente se une o separa de él. Simplemente está preocupado por la cohesión de su comunidad. A lo largo de la historia islámica, hay muchos casos en los que los apóstatas fueron dejados sin castigo, incluso en la vida del Profeta Muhammad mismo. No se ha narrado que ordenara perseguir o capturar a los apóstatas.
Muchas instancias de la historia islámica, incluida la guerra del califa Abu Bakr contra los apóstatas, nos hacen saber que el castigo por la apostasía se aplicó solo cuando se esperaba o realmente se produjo la anarquía, y lo que es más, uno de los hadices más fundamentales señala que la apostasía implica la anarquía, como una razón para la necesidad de la aplicación de esta pena.
Ibn Mas’ud narró que el Mensajero de Allah dijo: “La sangre de un musulmán que testifica que nadie tiene el derecho de ser adorado sino Allah y que yo soy Su Mensajero no puede ser derramada legalmente excepto en tres casos: el de una persona casada que cometió adulterio, en represalia por asesinato (vida por vida) y el del apóstata del Islam que abandona la comunidad musulmana”. (Bujari y Muslim)
Leemos como una descripción de quien puede estar sujeto a la sentencia de muerte “el apóstata del Islam que abandona la comunidad musulmana”. Observamos que la razón de la pena aquí no es solo la apostasía, sino también el abandono de la comunidad musulmana, que es probable que conduzca a la desunión de la comunidad musulmana.
Según Al-Naja’i, el diálogo, la discusión, con un apóstata puede durar para siempre. Si este apóstata está dispuesto a dialogar, los eruditos musulmanes pueden seguir dialogando con él hasta que esté profundamente convencido.
[I] Williams, Paul (2012-02-13). “Apostasía: WWJD (¿Qué haría Jesús?)”. Thedebateinitiative.com. Archivado desde el original el 2012-02-13. Obtenido el 2012-02-13.
[II] Guinness World Records 2003, p 102