Como es bien conocido, el deseo por las mujeres como tal es uno de los deseos que el hombre ansía por una lógica divina: la perpetuación de la especie humana y su conservación para que no se extinga. Debe haber algún tipo de impulso al que el hombre no pueda resistirse para que así viva con una mujer y engendre una descendencia a partir de ella. Allah ha puesto el deseo hacia las mujeres como uno de los deseos más fervientes que seducen al hombre. En el Corán, Allah dice:
“A los hombres se les ha embellecido el amor por todo lo deseable: las mujeres, los hijos, la acumulación de caudales de oro y plata, los caballos de raza, los animales de rebaño y las tierras de labor. Ese es el disfrute de la vida de este mundo, pero Allah tiene junto a Sí el lugar de retorno más hermoso”. (Aal Imran 3:14)
El profeta Muhammad (la paz sea con él) dijo: “No he dejado detrás de mí ninguna tentación que sea más fuerte que las mujeres.” (Al-Bujari y Muslim)
De hecho, este deseo sexual es algo que indica la misericordia de Allah hacia sus siervos. Si no fuese por ello, un marido no cargaría sobre sus hombros ninguna responsabilidad hacia su mujer ni aguantaría las dificultades de proveerla a ella y a sus hijos. En el Corán, Allah dice:
“Y parte de Sus signos es que os creó esposas sacadas de vosotros mismos para que encontrarais sosiego en ellas y puso entre vosotros amor y misericordia; realmente en eso hay signos para gente que reflexiona”. (Ar-Rum 30:21)
Ya que el deseo por las mujeres no es algo que los hombre puedan resistir fácilmente, Allah ha establecido reglas estrictas en Sus consecutivos mensajes divinos para asegurarse de que este deseo juegue su papel legítimo en la vida del ser humano y no se lleve fuera del contexto legal en el que se estableció esencialmente, dado el hecho de que satisfacer este deseo fuera del ámbito legal tiene considerables desventajas y un perjuicio enorme que amenaza la felicidad del hombre y le lleva a arruinar su vida y hacerle perder el más allá.
Una de estas reglas estrictas es la imposición del hiyab sobre las mujeres. Dicho de otra forma, a las mujeres se les ordena ocultar las partes atractivas a cuyo encanto no pueden resistirse los hombres.
En este sentido, el hiyab se ha hecho obligatorio en todos los mensajes divinos, incluido el judaísmo, el cristianismo y el Islam. No es algo extraño, las mujeres creyentes, en cualquiera de los mensajes divinos, solían llevar hiyab.
El hiyab en el judaísmo
He aquí el Antiguo Testamento que nos dice que las mujeres solían llevar el hiyab (o el velo) y que elogia a esas mujeres decentes. En el Antiguo Testamento, leemos los siguientes versículos: “Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac, y descendió del camello; porque habían preguntado al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el criado había respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió. (Génesis 24:64-65)
En el Antiguo Testamento, también leemos: “Toma el molino y muele harina; quítate el velo, levanta tu falda” (Isaías 47:2), “Qué hermosa eres, querida. ¡Qué hermosa! Tus ojos detrás de tu velo son palomas” (Cantares: 4:1), “Pero Susana excedía en belleza, y era hermosa de contemplar. Pero aquellos hombres malvados ordenaron que se descubriese su rostro, (ya que estaba cubierta), para que tal vez así pudiesen estar satisfechos con su belleza.” (Daniel 13:31-32)
El hiyab en el cristianismo
Este es el Nuevo Testamento ordenando a las mujeres que lleven hiyab (o el velo) y advirtiendo acerca de desvelarse y descubrirse. En el Nuevo Testamento, leemos: “Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra.” (1 Corintios 11:5-6)
El Nuevo testamento también ordena a las mujeres que se vistan modestamente y que se caractericen por la decencia la propiedad y les prohíbe que se vistan con galas y que se desvelen o se destapen. Leemos: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos.” (1 Timoteo 2:9)
El hiyab (velo) en el Islam
Al ser el mensaje divino final, el Islam no introdujo nuevas enseñanzas. Más bien, las enseñanzas del Islam llegaron como una extensión de los mensajes divinos anteriores. Así pues, el Islam también ordena a las mujeres ser modestas y decentes y evitar las galas y desvelarse y destaparse. En el Corán, leemos:
“Y di a las creyentes que bajen la mirada y guarden sus partes privadas, y que no muestren sus atractivos a excepción de los que sean externos; y que se dejen caer el tocado sobre el escote y no muestren sus atractivos excepto a sus maridos, padres, padres de sus maridos, hermanos, hijos de sus hermanos, hijos de sus hermanas, sus mujeres, los esclavos que posean, los hombres subordinados carentes de instinto sexual o los niños a los que aún no se les haya desvelado la desnudez de la mujer. Y que al andar no pisen golpeando los pies para que no se reconozcan adornos que llevan escondidos. Y volveos a Allah todos, oh creyentes, para que podáis tener éxito”. (An-Nur 24:31)
También leemos:
“Y permaneced en vuestras casas, no os adornéis con los adornos del tiempo de la ignorancia, estableced el salat y entregad el zakat y obedeced a Allah y a su mensajero. Allah solo quiere que se mantenga alejado de vosotros lo impuro, ¡Oh gente de la casa!, y purificaos totalmente”. (Al-Ahzab 33:33)
El Corán explica el mandato de llevar hiyab, indicando que su propósito es proteger a las mujeres de cualquier perjuicio posible al que puedan estar vulneradas si los hombres percibiesen su belleza y sus galas. Leemos:
“¡Profeta! Di a tus esposas e hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran desde arriba con sus vestidos. Esto es lo más adecuado para que se las reconozca y no se las ofenda. Allah es Perdonador, Compasivo”. (Al-Ahzab 33:59)
El profeta Muhammad confirmó la obligación que tienen las mujeres de llevar hiyab. Dijo: “Oh Asma, cuando una mujer alcanza la edad de la menstruación, no le corresponde enseñar las partes de su cuerpo excepto esto y esto.” Y se señaló la cara y las manos. (Abu Daud)
La obligación de llevar hiyab está más enfatizada a la hora de ofrecer oraciones. El profeta Muhammad dijo: “Las oraciones de una mujer que ha alcanzado la edad de la menstruación no son aceptadas sin un jimar (velo).” (Recopilado por los cinco compiladores excepto Al-Nasai).
Finalmente, la obligación de llevar hiyab está mejor demostrada por el hecho de que las mujeres devotas, pías y piadosas que creen en todos los mensaje divinos lo llevan, ya sean mujeres religiosas judías, monjas cristianas o mujeres musulmanas rectas.