Actualmente, en Cuba, hay 9.000 musulmanes. Si bien representan una pequeña parte de la población, 11,3 millones de habitantes, supone un aumento significativo de los aproximadamente una docena que había a principios de los noventa. “El Partido Comunista ha tomado decisiones para abrir la pluralidad religiosa”, dice Michael Leo Owens, profesor asociado de ciencias políticas en la Universidad Emory de Atlanta. “El islam crecerá de forma natural”.
Debido a que no hay un amplio legado del Islam en Cuba, muchos de los musulmanes de la isla son conversos que encontraron la fe después de hablar con estudiantes y diplomáticos que venían de países de mayoría musulmana, dice Joan Alvado, un reportero gráfico con sede en Barcelona. A partir de 2014, Alvado ha fotografiado la vida de los musulmanes cubanos, en la capital de La Habana y en todo el país. Más recientemente regresó a Cuba, desde principios de octubre hasta principios de noviembre, para seguir explorando esta pequeña cultura.
Osman Reyes, uno de los fotografiados por Alvado, se convirtió al Islam en junio de 2015. Dice que la religión lo ayudó a sentirse “más libre”. Reyes vive cerca de la ciudad central de Camagüey, donde los musulmanes locales establecieron una humilde mezquita dentro de una casa privada a principios de los años 2000.
A pesar de formar parte del grupo religioso de más rápido crecimiento en el mundo —un informe del Centro de Investigación Pew estima que la población musulmana aumentará en un 73 por ciento en 2050—, los musulmanes de Cuba pueden parecer invisibles, incluso para otros cubanos. “Nadie en La Habana, ni siquiera mis amigos cubanos, sabían que había musulmanes”, dice Alvado.
A principios de la década de 1990, el puñado de ciudadanos musulmanes en Cuba se enfrentaba a la posible persecución por parte del régimen por practicar su religión, pero la mayoría de ellos adoraba por su cuenta. Pocos podían enseñarles acerca de su nueva fe. Ahora tienen liderazgo, maestros y una gran casa de culto que se inauguró en La Habana en junio de 2015.