Él es Muhammad, hijo de ‘Abdullah. Fue elegido por Dios como el último profeta enviado a la humanidad. Allah le escogió para ser el representante y ejemplo viviente de la Revelación final. Todos debemos amarle y respetarle. Al Profeta Muhammad (la paz sea con él) no se le considera divino, si no que, como todos los demás Profetas, es un ser humano. Sin embargo, él es visto como el más perfecto de los seres humanos, que brilla como un diamante entre el carbón.
El nacimiento y la Profecía
Él nació en Meca en el año 570, en la tribu de Quraish, una de las mayores tribus de Arabia que ostentaba la dirección de la Meca. Su padre ‘Abdullah murió cuando él todavía estaba en el vientre de su madre. Su madre Amina murió cuando él tenía 6 años de edad. Posteriormente, fue criado como un huérfano por su abuelo ‘Abdul-Muttalib y luego por su tío Abu Talib.
El joven Muhammad demostraba virtudes excepcionales, y era visto como un hombre joven veraz respetado, al cual los miembros de varias tribus buscaban para que ejerciera de árbitro en sus disputas. De hecho, desde años antes de su profecía era apodado “Al-Amin”, que significa el digno de confianza.
Allah, el Todopoderoso, lo protegió de los males de la forma de vida árabe, tales como el consumo de alcohol, la fornicación, el robo, el asesinato etc. En su juventud, trabajó como pastor con su familia. Cuando alcanzó los 25 años trabajó como comerciante para una mujer muy especial llamada Jadiya. Había estado casada y había enviudado dos veces y era conocida por sus nobles cualidades, como la inteligencia, el buen carácter, la belleza y la riqueza de su negocio. Tenía 40 años y se sintió atraída por la honestidad y la sinceridad en el carácter de Muhammad (la paz sea con él). Esta envió a alguien para hablar con él sobre un posible matrimonio. Él aceptó y poco después se casaron. Jadiya fue la primera esposa del Profeta (la paz sea con él), de la cuale nacieron todas sus hijas. Estuvieron casados durante 24 años hasta la muerte de Jadiya a los 64 años.
En aquellos días los árabes practicaban muchas formas de idolatría y cada tribu mantenía sus propios ídolos en la Kaaba. Por desgracia, el mensaje monoteísta de Abraham se había corrompido y olvidado hacía tiempo por la población de la Península Arábiga. El Profeta Muhammad (la paz sea con él) sin embargo, creía en un solo Dios y en toda su vida nunca participó en las prácticas idólatras de su pueblo. El estilo de vida de la Meca se le hizo pesado: su idolatría, las supersticiones y la indulgencia en los deseos y placeres mundanos. Debido a esta inquietud, se habituó a retirarse en las montañas cercanas de la Meca, ayunando y rezando al Dios Todopoderoso y buscando la paz mental. De camino a estos retiros, los árboles y las rocas le decían “La paz sea contigo”. Sorprendido se daba la vuelta y no encontraba más que rocas y árboles.
La primera revelación
Cuando alcanzó los cuarenta años de edad, durante uno de los retiros de en el mes de Ramadán, Muhammad (la paz sea con él) vio por primera vez al ángel Gabriel, quien le reveló la primera parte de la Palabra de Dios. El Ángel le dijo lo que se traduce como “Lee” o “Recita”, pero Muhammad respondió a la misma solicitud tres veces “No sé leer”. Entonces, Gabriel le reveló los primeros cinco versículos del Corán y le dijo que él era el último Mensajero de Allah para toda la humanidad.
¡Lee en el Nombre de tu Señor que ha creado! Ha creado al hombre de un coágulo. ¡Lee, que tu Señor es el más Generoso! El que enseñó por medio del cálamo, enseñó al hombre lo que no sabía. (Al-`Alaq 96: 1-5)
Después de recibir esta revelación sorprendente, cualquiera estaría confundido y preocupado. El Profeta (la paz sea con él) fue a su mujer temblando de asombro. Ella le envolvió en una manta y el Profeta (la paz sea con él) le informó de los extraordinarios acontecimientos que habían tenido lugar. Ella sabía muy bien acerca de la moral del Profeta (la paz sea con él) y su carácter, así como su honestidad y su honradez. Inmediatamente le proclamó su creencia diciendo: “¡Allah nunca permitirá que estés afectado por ningún mal! Verdaderamente cumples tus obligaciones con tu familia, ayudas a los demás, das a los necesitados, eres hospitalario con tus invitados y se te conoce por decir la verdad y apoyar a otros cuando dicen la verdad”.(Al-Bujari)
Jadiya fue la primera persona en creer en la profecía de Muhammad (la paz sea con él). Ella tenía un primo que era cristiano y tenía conocimiento de los ángeles y la revelación. Fueron a preguntar a este primo cristiano, Waraqah Ibn Nawfal, sobre este extraordinario suceso. Le contaron a Waraqah lo sucedido y él respondió: “En verdad eres el último profeta (la paz sea con él) enviado a la humanidad. En verdad, era el Ángel Gabriel que ha venido a ti. Ten por seguro que tu gente te negará, te atacará, te expulsarán de Meca y tratarán de matarte”. (Al-Bujari)
El Profeta (la paz sea con él) estaba sorprendido por estas declaraciones porque él era de la respetada tribu de ‘Abdul-Muttalib, que fue muy conocido entre los árabes. Waraqah le dijo sobre estas realidades. “Ningún profeta fue enviado con un mensaje excepto que las personas no se unieran para luchar contra él. Y si vivo para ver ese día, lucharé contigo”. (Muslim)