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UNA RELACIÓN HISTÓRICA DE LA FIGURA DE JESÚS 1

Jesús

La figura de Jesús está muy distorsionada en según qué Evangelios

Cuanto más se ha tratado de averiguar quién era Jesús en realidad, la paz sea con él, más se ha descubierto lo poco que se conoce sobre él. Hay datos limitados sobre sus enseñanzas y sobre algunas de sus acciones, pero se sabe muy poco acerca de cómo transcurría su vida día a día o cuál era su comportamiento en las relaciones cotidianas con el resto de la gente.

Ciertamente, la imagen que mucha gente tiene de Jesús -quién era y lo que hizo- está distorsionada. Está sobradamente demostrado que los cuatro Evangelios aceptados, a pesar de que contienen algo de verdad, no sólo han sido alterados y censurados a lo largo del tiempo, sino que tampoco son relatos de testigos presenciales.  El Evangelio más antiguo es el de Marcos, escrito cerca del año 60 d.C. Marcos era hijo de la hermana de San Bernabé. Mateo era un recaudador de impuestos, un funcionario de poco rango que no acompañó a Jesús en sus viajes. El Evangelio de Lucas se escribió mucho más tarde y de hecho procede de la misma fuente que el de Marcos y el de Mateo. Lucas era el médico de Pablo y como éste, no conoció a Jesús.  El Evangelio de Juan procede de una fuente diferente y su redacción, en griego, es todavía posterior, alrededor del año 100 d.C. El autor de este Evangelio no debe ser confundido con Juan el Discípulo, puesto que se trata de otra persona. Durante dos siglos se discutió acaloradamente si este Evangelio debía aceptarse o no como relato fidedigno de la vida de Jesús y si debía incluirse en las Escrituras.

Dado que ninguno de los Evangelios ha sido escrito por personas que vieran u oyeran los sucesos y palabras que relatan, no resulta sorprendente que a menudo difieran entre sí las descripciones de sucesos específicos -a veces contradiciéndose unas con otras- y que varios de los sucesos más relevantes de la vida de Jesús no sean tan siquiera recogidos en los Evangelios. Дешёвые проститутки Новгорода на этом сайте: шлюхи Новгорода кунилингус и массаж эротический. En su libro “La Biblia, el Corán y la Ciencia”, el Dr. Maurice Bucaille comenta:

“Cada uno de los cuatro Evangelios contiene un gran número de descripciones referidas a sucesos que a veces se encuentran en uno de los cuatro, en varios o incluso en todos. Cuando aparecen sólo en uno plantean a veces dificultades. Así, en el caso de algún hecho de considerable importancia es sorprendente encontrar dicho suceso mencionado por un solo evangelista. Como ocurre con la Ascensión de Jesús a los cielos en el día de la Resurrección. En otras ocasiones hay numerosos acontecimientos descritos de forma diferente -a veces de forma muy diferente- por dos o más evangelistas. Los cristianos se asombran a menudo de la existencia de tales contradicciones en los Evangelios, siempre y cuando las descubran. Ello se debe a las repetidas veces que, con el mayor énfasis, se ha afirmado que los autores habían sido testigos presenciales de los sucesos que describen”.

Afortunadamente existen otras fuentes de información que hablan de Jesús, algunas de las cuales han sobrevivido a los repetidos intentos de la Iglesia establecida para suprimirlas o destruirlas:

“En los primeros días del Cristianismo circularon muchos escritos sobre Jesús. Posteriormente se consideró que algunos no tenían autenticidad suficiente y la Iglesia ordenó ocultarlos, de ahí el nombre de Apócrifos”. Algunos de los textos contenidos en estas obras se preservaron bien, puesto que ‘se beneficiaban del hecho de ser apreciados por la mayoría de la gente’ según se cita en la Traducción Ecuménica. Este es el caso de la “Carta de Bernabé”; pero otros, desgraciadamente, fueron brutalmente rechazados quedando apenas algunos fragmentos de los mismos. Se les consideraba mensajeros del error y en consecuencia fueron apartados de los ojos de los fieles. Obras tales como los “Evangelios de los Nazarenos”, los “Evangelios de los Hebreos” y los “Evangelios de los Egipcios”, conocidos por citas extraídas de los Padres de la Iglesia, estaban sin embargo estrechamente relacionados con los Evangelios canónicos. Lo mismo puede decirse del “Evangelio de Tomás” y del “Evangelio de Bernabé”.

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