Por: Idris de Kent
Nací y crecí en Kent, que está al sureste de Inglaterra. Tengo 37 años y abracé el Islam hace 18 años, cuando tenía 18 años. Aunque mi nombre de nacimiento es Andrew, la mayoría de la gente me conoce por mi nombre islámico, que es Idris.
Fui criado como un cristiano devoto por mi madre y padrastro. Pero en mi adolescencia perdí interés en la religión y dejé de ir a la iglesia. Como mi rebeldía llevó a demasiadas confrontaciones con mi padrastro, me mudé con mi padre y su novia que tampoco estaban interesados en la religión.
Investigué todo tipo de cosas buscando identidad, pertenencia y felicidad. Pero nada funcionaba, siempre terminaba perdido e infeliz. Pensé que la solución a esto podría ser la universidad; una oportunidad para alejarme de la familia y comenzar de nuevo.
No tenía la nota necesaria para estudiar lo que me hubiese gustado y solo puede elegir entre chino, ruso o árabe. Así que elegí estudiar árabe porque había un módulo de historia que me interesaba.
Esta fue la primera vez que me encontré con musulmanes. Cuando vi por primera vez a los hombres con barba y las mujeres con pañuelos ¡pensé que estaba en una convención de agricultores Amish!
Realmente no sabía qué esperar.
Recuerdo cuando me dieron el título de mi primer trabajo: “¿Muhammad fue un gran profeta o un gran hombre de estado?”. En ese momento pensé que estaban hablando de Muhammad Ali, el boxeador. Me dije a mí mismo: “¿Es que alguna vez afirmó ser un profeta este famoso boxeador?”. Tan desconocido era para mí el Islam.
De todos modos, por la pinta que tenía, me sentí avocado a otra decepción. La universidad no cumplió con mis expectativas. Me estaba yendo muy mal en árabe. No estaba disfrutando la independencia. Y me sentía miserable una vez más.
Pero ocurrió una tragedia. Un viejo amigo mío se suicidó.
Esta tragedia me hizo perder todo equilibrio en la vida. Mis opiniones y dirección eran como las suyas. Y comencé a preocuparme de que, si no encontraba algún tipo de dirección o propósito, podría terminar de la misma manera. Llegué a un punto en el que yo, la persona que había escapado de la enseñanza durante toda su vida, anhelaba a alguien que pudiera guiarme.
Así que me apresure a hablar a uno de los musulmanes de mi curso, un converso inglés, y le pedí que me explicara el Islam. Reflexionando sobre mi propio estado en aquel momento, recuerdo que una de mis preguntas principales era si su religión le traía paz al corazón. Estaba harto de mi vida y solo quería cambiar y comenzar de nuevo. Pero dado que la única exposición que había tenido al Islam había sido la cobertura de la Guerra del Golfo en los medios, también tenía algunas preocupaciones. “¿Es Saddam Hussein musulmán?” Le pregunté. Por la gracia de Allah, mis preocupaciones fueron respondidas y, poco después, me llevó a la mezquita local donde me hice musulmán.
Tan pronto como me hice musulmán, mi vida cambió radicalmente. Me acomodé al Islam como un pez al agua, aunque era demasiado receloso en muchas cosas. Me sentía como un bebé recién nacido. Había entrado en una dimensión completamente diferente y tenía sed de aprender todo lo que podía. Antes del Islam, era el peor estudiante en el curso, pero en pocas semanas pasé a ser el mejor de la clase.
La religión me dio un propósito y una dirección. Y pronto tuve la oportunidad de pasar un tiempo en Marruecos como parte de mi curso. Así que a los pocos meses de ser musulmán me encontraba en una histórica ciudad donde el Islam llevaba presente más de mil años.
Sus tradiciones, cultura y belleza fueron abrumadoras. Mencionar a Dios era la norma. La gente trabajaba para vivir y no vivía para trabajar. Comían juntos alrededor de un plato y se dedicaban tiempo el uno al otro. Y ellos me acogieron. A partir de ahí mi vida cambió por completo.
El Islam me ha ayudado a encontrar equilibrio y dirección. Me ha dado las herramientas para guiarme y tomar el camino correcto en todos mis asuntos. Antes era un joven hedonista empeñado en la felicidad personal. Justificaba todo lo que hacía. No tenía metas y me trataba a mí mismo como una hoja en el viento.
Pero a través del Islam pude desarrollar la habilidad de tomar en consideración las necesidades de los demás. Y ahora soy un apasionado de llevar un cambio positivo a la vida de los demás.
El consejo de Idris para cualquiera que esté pensando hacerse musulmán
Nunca habrá un momento perfecto para hacerse musulmán ¡así que no lo dudes! Lo más importante es que creas. Construirás sobre eso de forma gradual. Ten en cuenta que no tendrás todas las respuestas al principio. El camino para desarrollar todo tu potencial es uno que estará lleno de errores. Así que no sea duro contigo mismo y encuentre compañía buena y positiva, que sea comprensiva.
Fuente: https://www.overcome.tv Editado por Islam for Christians.