No hace falta ni decirlo, la creencia cristiana contemporánea está basada en la creencia de la crucifixión de Jesús y consecuentemente la creencia de la salvación. Sin embargo, los incidentes y las declaraciones citados en la Biblia con respecto a esta crucifixión van contra la lógica y la razón. Hay algunas partes con pruebas e indicaciones en la Biblia que son suficiente para obligarnos a no creer en la supuesta crucifixión y en la consecuente salvación. A continuación mencionamos algunas de estas pruebas e indicaciones:
¡Mi alma está muy triste!
El Nuevo Testamento declara que Jesucristo se entristeció y se turbó, y que rezó a Dios y Le pidió que le salvase de ser matado. Leemos:
“Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad”. (Mateo 26:36-42)
Deberíamos preguntar: ¿Por qué debía entristecerse y turbarse Jesucristo y pedir a Dios que le salvase de ser matado? ¿Es que no sabía que esa era la única solución al dilema del pecado original? ¿Es que no sabía que no había ninguna otra salida posible del pecado original más que el derramamiento de su sangre?
¿Por qué me has desamparado?
El Nuevo Testamento nos dice que Jesús temió a la muerte, y que buscó la ayuda de Dios y buscó refugio de la muerte en Él cuando estaba en la cruz. Leemos:
“Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46)
Podríamos preguntar: ¿Acaso no sabía Jesús que iba a ser crucificado para redimir a la humanidad? ¿Es que no había aceptado este hecho, según la misma Biblia? ¿Si la persona a la que crucificaron fue Jesús, tienen sentido esas palabras?
Tres días y tres noches
La Biblia cita a algunos de los escribas y fariseos hablando a Jesús:
“Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal. Él respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. (Mateo 12:38-40)
Deberíamos preguntar: ¿Verdaderamente estuvo Jesús tres días y tres noches en el corazón de la tierra después de su supuesta crucifixión?
La respuesta es ¡NO! El Nuevo Testamento, y en particular el Evangelio de Mateo del cual hemos extraído los versículos citados, afirma que Jesús fue enterrado el viernes por la noche (Mateo 27:60) y que resucitó antes del amanecer del domingo (Mateo 28:1), es decir, el sábado por la noche, lo cual significa que permaneció en su supuesta tumba solo dos noches y un día.
Podríamos preguntar: ¿Acaso no se cumplió el signo de Jesús de acuerdo con la Biblia? ¿O es que lo anterior no se le atribuye a Jesús en absoluto, por el hecho de que no se podía cumplir? Son solamente estos versículos del Corán los que suenan lógicos y razonables:
Y por haber dicho: “Nosotros matamos al mesías, hijo de María, mensajero de Dios.” Pero no lo mataron ni lo crucificaron, sino que se hizo que [otro] les pereciese [que era él, Jesús]. Y los que discrepan sobre él, tienen dudas. No tienen ningún conocimiento de lo que pasó, solo siguen conjeturas. Pues con toda certeza que no lo mataron. Sino que Dios lo elevó hacia Sí. Dios es eternamente Poderoso y Sabio. (An-Nisaa 4:157-158)