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Fri, 22 Nov 2024

Los Ángeles – parte 1

ángeles

La definición clásica de los ángeles, es que son seres para quienes la acción incorrecta es imposible.

En el Corán hay más de cien referencias a los ángeles y a la actividad angélica. Una mención general es la que encontramos al comienzo de la Surat Fatir:

“Las alabanzas a Allah que dió comienzo a los cielos y a la tierra e hizo que hubiera ángeles mensajeros, con alas dobles, triples y cuádruples”. (Fatir, 35: 1)

La definición clásica de los ángeles, es que son seres para quienes la acción incorrecta es imposible. No desobedecen a Allah en nada y cumplen con lo que se les ordena. Están hechos de luz y no son varones ni hembras. No comen ni tampoco beben. Esta descripción satisface plenamente a las personas que contemplan la existencia de los ángeles como algo dado, como un elemento aceptado en su visión del mundo. Pero mucha gente de esta época carece absolutamente de esta aceptación automática y necesitan un examen más profundo de la cuestión.

“La virtud no es volver el rostro hacia Oriente u Occidente.

Sino que la virtud la posee el que cree en Allah, en el Último Día,

en los ángeles, en los libros y en los profetas.

El que da de su riqueza, a pesar del apego que siente por ella,

a los parientes, huérfanos, pobres, hijos del camino, mendigos

y para liberar esclavos.

El que establece el salat y entrega el zakat.

El que es fiel a los compromisos cuando los contrae.

El paciente en la adversidad y en la desgracia

y en los momentos más duros de la lucha.

Esos son los veraces y ésos son los temerosos”. (Al Baqarah, 2: 177)

Este pasaje del Corán, que incluye una referencia clara a los ángeles, esboza las premisas subyacentes sobre las que se han basado todos los grandes sistemas tradicionales de conocimiento que ha tenido la raza humana. Todos contienen la aceptación de que vivimos en un universo creado por un Poder Divino Único y en el que estamos rodeados por muchas dimensiones invisibles o reinos angélicos; que nuestra existencia en esta tierra es un asunto efímero cuyo significado radica en el hecho de que ocurre en el reino de la acción, y su resultado se verá un una dimensión posterior de la realidad que descubriremos al morir: y que nos ha llegado la Guía Divina para hablarnos de estas cosas y enseñarnos cómo vivir de acuerdo con todo ello. Esta era la visión básica de la existencia aceptada por casi todas las comunidades de seres humanos desde los orígenes de la historia hasta nuestros días.

Es bastante evidente que, hasta un momento determinado de nuestra historia, estas realidades básicas eran incuestionables. En el contexto europeo, por ejemplo, la visión tradicional era la expuesta en el siglo XIII por Tomás de Aquino. Según Aquino, todo procedía de Dios; y Dios no es sólo la causa de su existencia, sino también el Bien supremo con el que todos desean reunirse. Dios creó el mundo para poder conocerse de forma más completa. Dios no sólo ha creado, sino que sigue sustentando al mundo de forma continua y lo gobierna directamente con las leyes eternas e indirectamente con las fuerzas angélicas. A todas las criaturas les ha dado una ‘naturaleza’ o ‘forma’ que les obliga a ser como son y a buscar lo que más les conviene. El ser humano es diferente al resto de las criaturas porque solo él puede aspirar a conocer lo Divino y con ello alcanzar la realización completa; pero esto es una posibilidad que puede elegir o negar. Por su propia naturaleza, el hombre está orientado hacia el mundo sobrenatural; ha sido creado para el conocimiento de lo Divino. Así es como entendía el mundo en que vivía y su lugar en el mismo.

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