Por Equipo editorial
Hay numerosas creencias acerca de Jesús, cuya veracidad está considerada como uno de los temas más controvertidos entre los seguidores de las diferentes religiones.
Un grupo cree que él es Dios y/o el hijo de Dios; un segundo grupo cree que él es un profeta y un tercer grupo cree que no es ni Dios ni profeta, ni siquiera un mesías. Vamos a dejar todas esas creencias a un lado, escuchar a Jesús mismo y saber quién está de acuerdo con el Nuevo Testamento, con el Antiguo Testamento y, a veces, con el Corán.
Vamos a suponer que todos los capítulos del Antiguo y el Nuevo Testamento son en realidad las palabras de Dios, veamos lo que Jesús dijo acerca de sí mismo e interpretemos los versos con indicios equívocos a través de los versos inequívocos de la Biblia.
¿Es Jesús la luz del mundo?
Hay muchas descripciones equívocas de Jesús en el Nuevo Testamento. Una de estas descripciones es la descripción que se refiere a Jesús como “la luz del mundo”.
En el Nuevo Testamento, leemos: “Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.” (Juan 1:6-9)
También leemos: “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. (Juan 8:12)
En otro pasaje leemos: “He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas”. (Romanos 2:17-19).
Pero, ¿qué se entiende por la descripción de Jesús como “la luz del mundo”? ¿Es esta descripción literal o metafórica?
En primer lugar, no hay duda de que solo Dios es la única luz, literalmente, del mundo. Él es la verdadera fuente y dador de luz para todas sus criaturas, incluyendo al propio Jesús. Esto queda bien claro en el Nuevo Testamento y, a veces, como citas de Jesús y sus discípulos.
En el Nuevo Testamento leemos: “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad”. (1 Juan 1:5-6)
Además, el Antiguo Testamento confirma que solo Dios creó la luz y la oscuridad. Leemos: “…para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.” (Isaías 45: 6-7 )
También leemos: “Abriste la fuente y el río; Secaste ríos impetuosos. Tuyo es el día, tuya también es la noche; Tú estableciste la luna y el sol.” (Salmos 74:15-16)
En el mismo libro, leemos: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”. (Salmo 27:1)
El Nuevo Testamento nos dice que Dios tiene una luz inaccesible. Leemos : “que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén”. (1 Timoteo 6:14-16)
El Nuevo Testamento también nos dice que Dios es el que realmente da luz a las cosas y se refiere a Jesús como una “lámpara”, sólo un medio para tal luz y la lámpara que transmite esta luz de Dios.
Leemos: “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella”. (Apocalipsis 21:23-24)
Jesús dejó claro a sus discípulos que es Dios quien los había sacado de la oscuridad a la luz. En el Nuevo Testamento, leemos: “No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”.(Efesios 5:7-8)
El Antiguo Testamento enfatiza que es la luz de Dios la que guía a la verdad. Leemos: “Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa; Líbrame de gente impía, y del hombre engañoso e inicuo. Pues que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado? ¿Por qué andaré enlutado por la opresión del enemigo? Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; Me conducirán a tu santo monte, Y a tus moradas”. (Salmo 43:1-3)
El Nuevo Testamento indica que Jesús no tenía luz innata y que fue Dios quien lo hizo una luz para la gente. Leemos: “Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra”. (Hechos 13:47)
No hay evidencia más clara del hecho de que Jesús era una luz en sentido metafórico y no literal que el hecho de que fue una luz temporal, que solo existió mientras vivió. El Nuevo Testamento cita a Jesús diciendo: “Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo”. (Juan 9:5)
También leemos: “Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Incredulidad de los judíos Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos” (Juan 12:35-36).
De acuerdo con el Nuevo Testamento, ser una luz significa que Jesús vino con la luz y la guía de Dios para las personas. Leemos: “Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles”. (Hechos 26:23)
En este sentido, Jesús se parece a los otros seres humanos. Jesús también describió a sus discípulos como la luz del mundo porque se suponía que debían hacer buenas obras y reformas en lugar de corromper la tierra. Por lo tanto, Jesús mencionó que tendrían una luz más brillante que otros.
Leemos: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. (Mateo 5:13-16)
Por otra parte, Jesús describió a sus discípulos como hijos de la luz. Él dijo: “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas”. (1 Tesalonicenses 5:5)
Por lo tanto , Jesús no es la luz del mundo literalmente, sino metafóricamente; y otros seres humanos pueden compartir esta descripción.