Thu, 21 Nov 2024

Thomas Emlyn 3/3

Thomas Emlyn

Thomas Emlyn, que murió en julio de 1741, era consciente de que sería mal interpretado por multitud de cristianos.

Thomas Emlyn sostenía la siguiente teoría:

Jesús niega poseer las perfecciones infinitas que pertenecen solamente al Dios de Dioses Supremo (poder absoluto, bondad total, conocimiento ilimitado). Y es absolutamente cierto que si Jesús carece de alguna de estas perfecciones que forman parte esencial de la Deidad, Jesús ya no es Dios en este sentido. Si vemos que renuncia a una de ellas es evidente que no reclama la posesión de las demás, ya que sin duda es una y la misma cosa el renunciar a la posesión de todas las Perfecciones Divinas o el negar ser el Dios Infinito”.

A continuación Emlyn aporta algunos ejemplos con los que Ilustrar este último punto:
“Una de las grandes y peculiares perfecciones de la Deidad es la Omnipotencia absoluta. El que no puede hacer toda clase de milagros ni tampoco hacer lo que desea sin la ayuda de otro, jamás podrá ser el Ser Supremo. Lo que demuestra que es un ser imperfecto, comparativamente hablando, puesto que necesita ayuda y pide una fuerza adicional que provenga de otro ser diferente.

Ahora bien, es evidente que Jesús, (fuera cual fuese el poder que tenía), confiesa una y otra vez que carecía de poder ilimitado: “Yo no puedo hacer nada por mi cuenta” (Juan, 5: 30). Jesús había estado hablando de grandes milagros: resucitar a los muertos, ejecutar juicios universales; pero una y otra vez pone de manifiesto que la gente debe saber que el poder de hacer estas cosas provenía de Dios. Al principio dice: “El hijo no puede hacer más que lo que ve hacer al Padre”. Hacia la mitad vuelve a decir lo mismo. Y al final, como si no hubiese repetido lo bastante esta gran verdad, vuelve a decir: “Yo no puedo hacer nada por mí mismo”. ¡No cabe duda de que ésta no es la voz de Dios, sino la de un hombre! El Altísimo no recibe poderes de nadie. No puede ser más sabio o poderoso porque la Perfección absoluta no puede aumentar. Dado que en Dios el poder es una Perfección esencial, ello implica que en el caso de proceder de alguna otra parte, ocurriría lo mismo con la esencia del propio Ser, lo cual es una blasfemia contra el Altísimo. Contar a Dios entre el número de seres dependientes sería similar a des deificarle. El Dios Supremo sólo puede ser Aquel que es Causa primera y origen absoluto de todo lo que existe”.

Otra de las frases estudiadas por Emlyn, es la que se atribuye a Jesús en Marcos 13: 32. Al hablar del Día del Juicio Final, Jesús dijo: “De ese día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo, ni el hijo, sino sólo el Padre”. Emlyn hacía notar que, para todo aquél que creyera en la divinidad de Jesús, esta declaración implicaba que Dios tenía dos naturalezas, o dos estados de conciencia simultáneos. Esto pondría a Dios en la extraña posición de saber y no saber al mismo tiempo. Si Jesús era divino y Dios tenía ese conocimiento, Jesús no habría dicho tal cosa puesto que, en virtud de su naturaleza divina, también él poseería ese conocimiento.

Thomas Emlyn, que murió en julio de 1741, era consciente de que sería mal interpretado por multitud de cristianos. Al defender sus creencias, utilizó su obra “Confesión de Cristianismo”, donde explicaba que veía a Jesús como su maestro, al que admiraba y amaba más que a su padre, madre o amigos más cercanos. Luego decía: “Yo sé que Jesús ama la Verdad por encima de todo y jamás será ofendido por quien se aferre a sus palabras: ‘El Padre es más grande que yo” (Juan 14: 28). Basados en esta declaración, decía Emlyn, sería peligroso decir: ‘Dios no es más grande que Jesús’134.

Thomas Emlyn, era un erudito y un hombre de Dios que gozó del respeto de la gente por su conocimiento e integridad y por la firmeza con la que prefirió aguantar la persecución antes que renunciar a sus creencias. Pertenece a una constelación de santos que desafió a los que se les oponían y les perseguían. Sufrieron la prisión, la tortura e incluso la muerte, pero no se amilanaron frente al poder de la Iglesia Trinitaria establecida ni al del Estado que tan a menudo aunaron sus fuerzas para conseguir eliminarlos. Cada fase de la persecución sólo servía para conferir mayor difusión al mensaje que era, sencillamente:
“No hay tres dioses sino un solo Dios”

Emlyn fue uno de los primeros Protestantes que tuvo el valor de proclamar públicamente su rechazo a la doctrina de la Trinidad. El número de pastores presbiterianos que, a comienzos del siglo XVIII, se unieron a él y abrazaron las creencias de Arrio y de los Unitarios, fue ciertamente considerable. Sirva como ejemplo decir que, diez años después del juicio de Emlyn, la insatisfacción sentida en la Iglesia de Inglaterra por las dudas en tomo a la supuesta divinidad de Jesús, explotó por fin con la publicación en el año 1712 de la obra de Samuel Clarke “Un Escrito sobre la Doctrina de la Trinidad”. En este libro, el autor citaba 1.251 pasajes de las Escrituras para probar que el Dios Padre era el Dios Supremo, y que Cristo y el Espíritu Santo estaban subordinados a Él. Clarke publicó a continuación una versión corregida del Libro de Oraciones en la que se omitían el Credo Atanasio y otros aspectos Trinitarios.

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