La virgen Maria
Thu, 21 Nov 2024

La vida y la moralidad en Islam

moralidad

Al hacer que “la complacencia de Dios” sea el objeto de la vida del hombre, ilimitadas posibilidades se abren para la moralidad del hombre.

El punto de vista del Islam es que el universo es la creación de Dios, que es Uno. Solo Él es su Dueño, Soberano y Sustentador, y todo funciona bajo su mando. Él es el Todopoderoso y el Omnisciente. Él es el Subbuh y el Quddús (es decir, libre de todo defecto, error, debilidad y falta, y es santo en todos los sentidos). Su divinidad está libre de parcialidad e injusticia. En esto se basa la moralidad en el Islam.

El hombre es su criatura, sujeto y sirviente, y ha nacido para servirle y obedecerle. El curso correcto de la vida para el hombre es vivir en completa obediencia a Él. Y corresponde a Dios, no al hombre, determinar el modo en que se han de llevar a cabo esa adoración y esa obediencia.

En ciertos momentos Dios ha elegido profetas para guiar a la humanidad y ha revelado Sus libros a través de ellos. Es el deber del hombre vivir su vida de acuerdo con los dictados de Dios y seguir la guía divina.

El hombre es responsable ante Dios por todas sus acciones y será llamado a rendir cuenta por ellas en la otra vida. La corta vida del hombre en la tierra es realmente una oportunidad para prepararse para la gran prueba. Será evaluado de manera imparcial sobre su conducta en la vida por un Ser que mantiene un registro completo no solo de sus movimientos y acciones y la influencia sobre todo lo que hay en el mundo, desde la más pequeña partícula de polvo a las montañas más altas, sino también de sus pensamientos más íntimos y sus sentimientos e intenciones.

La meta del esfuerzo moral

Este concepto del universo y del lugar del hombre en él, indica el bien real y definitivo que debe ser el objetivo de los esfuerzos de toda la humanidad: ‘el deseo de agradar a Dios’. Esta es la norma por la cual el Islam juzga toda conducta.

Esto significa que el hombre no se deja como un barco sin amarras a merced de los vientos y las mareas; por el contrario, tenemos un conjunto de normas inmutables para todas las acciones morales.

Por otra parte, al hacer que “la complacencia de Dios” sea el objeto de la vida del hombre, ilimitadas posibilidades se abren para la evolución moral del hombre, cuando no está contaminado por el egoísmo estrecho, el racismo o el chovinismo.

El Islam también nos proporciona los medios para determinar la buena y la mala conducta. No basa nuestro conocimiento del mal y la virtud simplemente en el intelecto, el deseo, la intuición o la experiencia derivada a través de los sentidos, los cuales experimentan constantemente cambios y modificaciones, y por lo tanto no pueden proporcionar unos estándares definidos e inmutables de la moralidad.

En su lugar, nos provee de una fuente objetiva, la revelación divina, tal y como se encuentra en el Libro de Dios y la Sunnah (forma de vida) del Profeta (la paz y las bendiciones sean con él). Estas fuentes prescriben una norma de conducta moral que es permanente y universal y es válida en todas las épocas y en todas las circunstancias.

El código moral del Islam se extiende desde pequeños detalles de la vida doméstica hasta el campo de la conducta nacional e internacional. Nos guía en cada etapa de la vida y nos libera de la dependencia exclusiva de otras fuentes de conocimiento, aunque es posible, por supuesto, utilizarlas como una ayuda a esta fuente primaria.

El respaldo detrás de la moralidad

Este concepto del universo y del lugar del hombre en él también proporciona el respaldo para la moralidad y que debe haber detrás de cada ley moral, es decir, el amor y el temor de Dios, el sentido de la rendición de cuentas en el Día del Juicio y la promesa de la eterna felicidad y la recompensa en la otra vida.

Aunque el Islam tiene como objetivo cultivar una ética de masas que pueda inducir a los individuos y grupos a observar los principios de la moral que en él se establecen, al igual que ayuda a la evolución de un sistema político que hará cumplir la ley moral a través de sus poderes legislativos y ejecutivos, la ley moral del Islam en realidad no depende de estos factores externos. Se basa en el deseo inherente por el bien de todos los hombres que se deriva de la creencia en Dios y el Día del Juicio.

Antes de establecer los mandatos morales, el Islam busca implantar firmemente en el corazón del hombre la convicción de que sus transacciones son con Dios, que lo ve en todo momento y en todo lugar; que puede esconderse de todo el mundo, pero no de Dios; que puede engañar a todo el mundo excepto a Dios; que puede huir del poder de cualquier persona, pero no de Dios; que mientras el mundo solo puede ver la vida exterior del hombre, Dios conoce sus intenciones y deseos más íntimos; que, si bien el hombre puede, en su tan corto viaje en la tierra, hacer lo que quiera, tiene que morir un día y presentarse ante la corte divina de la justicia donde ningún escrito o engaño especial será de alguna utilidad y donde su futuro será decidido con total imparcialidad.

Es esta creencia en la rendición de cuentas a Dios lo que constituye la fuerza real detrás de la ley moral del Islam. Si la opinión pública y los poderes del estado dan apoyo, tanto mejor; de lo contrario, esta fe por sí sola puede mantener a una persona musulmana y una comunidad musulmana en el camino recto de la virtud.

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El artículo está extraído del libro del autor “El Modo de Vida Islámico”.

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