Es bien conocido, la tribulación es la norma en esta vida terrenal. El hombre está creado para ser puesto a prueba, aunque sea una prueba relativamente prolongada, seguida por la felicidad eterna o la miseria sin fin. Aunque el fracaso es horrible, el éxito todavía vale la pena. No hay nada en el medio o a mitad de camino. El hombre debe tomar una decisión y elegir por sí mismo qué camino seguir: o bien uno que termina en pura felicidad, o el otro, que acaba en la miseria absoluta.
Por lo tanto, cada uno de nosotros se supone que debe experimentar algún tipo de dificultad en su camino hacia el paraíso, la morada de la dicha inmortal prometida por Dios, o incluso el fuego del infierno, la morada de la miseria sin fin. Es bastante seguro decir que tal dificultad se puede comparar a una discapacidad en el hombre.
A veces, esa discapacidad está causada por Dios. A veces, está causada por el hombre mismo. A veces, es visible. A veces, es invisible. La conclusión es que cada uno de nosotros tiene una cierta discapacidad: visible o invisible, divinamente causada o voluntariamente adquirida.
En términos generales, este tipo de discapacidad puede ser vista como una imperfección, ya sea mayor o menor. En los ojos de Dios, una imperfección mayor que implica humillación tanto en este mundo como en el otro es la que, material o moral, es inducida por el hombre mismo de tal manera que le hace perder la piedad. Sin embargo, Dios ve que este tipo de discapacidad mental y física, con la que aflige a los hombres, no son nada, siempre y cuando no afecten a la piedad, que es el estándar real de la perfección en el Islam. Dios Todopoderoso dice:
“Realmente el más noble de vosotros a ojos de Dios es el más piadoso de vosotros”. (Al-Huyurat 49:13)
El incidente del ciego que vino al Profeta
Hay un conocido incidente en el Islam, donde Allah reprochó al Profeta Muhammad su comportamiento porque ignoró a un ciego, que era un creyente pobre, para amonestar a los incrédulos, que eran más ricos y de mayor prestigio y por lo tanto mucho más perfectos en términos mundanos. Hay un capítulo en el Corán que lleva el nombre de la ocurrencia mencionada. Es el capítulo de ‘Abasa (“Frunció el Ceño”).
Los primeros versículos de este capítulo dicen así:
“Frunció el ceño y se apartó porque vino a él el ciego. ¿Pero quién sabe?, tal vez se purifique, o recuerde y le beneficie el Recuerdo. Al que es rico, le dedicas atención; cuando no es responsabilidad tuya que se purifique. Mientras quien viene a ti con afán y es temeroso (de su Señor), te despreocupas de él”. (‘Abasa 80:1-10)
Aunque el ciego sufría una discapacidad física, se le consideraba mejor que otros hombres que no tenían minusvalías físicas, pero que eran moral y espiritualmente discapacitados. Se le dio un honor tan grande que Dios (Gloria a Él) reprochó al Profeta Muhammad (la paz sea con él) el ignorarle, incluso con razón y sólo por un tiempo.
No sólo es Dios justo hacia las personas discapacitadas, tanto a nivel mundano como a nivel del otro mundo, sino que también insta a Sus siervos a ser justos hacia sus compañeros y hermanos con necesidades especiales. Bajo el Islam, sufrir discapacidades físicas y mentales no constituye un motivo suficiente para la humillación o la burla.
La discapacidad es algo involuntario y más allá del control del hombre. El hombre puede ser humillado sólo respecto a las cosas que hace de libre voluntad. Como acabo de señalar, la discapacidad es una prueba más que un castigo o una venganza. Las personas discapacitadas no deberían ver su discapacidad agravada por tales insultos o comentarios despectivos por otros seres humanos más saludables y con más suerte.
Allah el Todopoderoso dice en el Sagrado Corán:
“¡Vosotros que creéis! Que no se burlen unos hombres de otros porque pudiera ser que éstos fueran mejores que ellos. Ni unas mujeres de otras, porque pudiera ser que éstas fueran mejores que ellas. Y no os difaméis unos a otros ni os insultéis con apodos. Malo es dar un nombre de perversión después de ser creyente. Y quien no se vuelva en arrepentimiento… ésos son los injustos”. (Al-Huyurat 49:11)
No sólo predica el Islam la justicia hacia las personas discapacitadas como si fueran personas sanas, sino que también observa un trato especial para ellos por sus necesidades especiales. El Islam es tan justo que garantiza la igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad. Para que tengan igualdad de oportunidades, su discapacidad debe ser compensada. Dicha compensación asume diferentes formas como se menciona a continuación:
Las personas discapacitadas y la Yihad
Las personas discapacitadas están exentas de la forma militar de Yihad dada su incapacidad para participar en ella. Sin embargo, el Islam prescribe una alternativa a la forma militar de la Yihad que pueden manejar; es solo la Yihad del consejo.
Allah dice en el Corán:
“No hay falta en los débiles, ni en los enfermos ni en los que no encuentren nada que gastar, si son sinceros con Allah y Su Mensajero. No hay medio de ir contra los bienhechores y Allah es Perdonador, Compasivo”. (At-Tauba 9:90)
Incluso si las personas con discapacidad no pueden ofrecer consejo, todavía son excusadas y simplemente se les ordena obedecer a Dios en la medida de lo posible. Allah (glorificado sea) dice:
“No hay nada que reprochar al ciego, ni al cojo ni al enfermo. Quien obedezca a Allah y a Su Mensajero lo haremos entrar en jardines por cuyo suelo corren los ríos, pero al que se aparte, lo castigaremos con un doloroso castigo”. (Al-Fath 48:17)
Aunque las personas discapacitadas están exentas de la forma militar de la Yihad, no están exentas de su recompensa si realmente tienen la sincera intención de participar en ella. En una conquista, el Profeta Muhammad (la paz sea con él) dijo a sus compañeros: “Habéis dejado atrás a algunas personas en Medina que no han dejado de estar con vosotros dondequiera que habéis ido, con todo lo que habéis gastado (de vuestros bienes) y en cualquier valle que habéis cruzado”. Los Compañeros preguntaron: “¿Cómo pueden estar con nosotros cuando todavía están en Medina?”, él respondió: “Ellos fueron impedidos por una excusa válida” (Muslim)
Para concluir, no hace falta ni decir que el enfoque islámico para el tratamiento de las personas discapacitadas es muy singular y sin precedentes. La perspectiva islámica pertinente es notable por su completa justicia y su equidad absoluta. Baste decir que esta actitud islámica imparcial tiene 1434 años de antigüedad, es decir, que precedió a todos los enfoques modernos afectados y es aún mucho más equitativo que todos ellos.