Por equipo de redacción
El mundo de hoy en día está dominado por dos creencias principales, una de las cuales (teísmo) cree en Dios, mientras que la otra (ateísmo) no. Los sistemas de creencias del mundo contemporáneo se pueden subsumir bajo dos grandes categorías: o a teísmo por un lado, o teísmo, incluyendo las religiones abrahámicas y las no abrahámicas, por otro lado.
A pesar de que el cristianismo y el Islam contemporáneos son dos mensajes divinos de creencia en Dios, la concepción de este dios difiere del cristianismo al Islam.
No hace falta decir que para que el teísmo sea aceptado debe haber una concepción aceptable de Dios en la mente humana. La razón puede aceptar la creencia en un dios que prescinde y no necesita este universo, sino que es el universo el que le necesita y no puede prescindir de él. Es un dios como este el que cuida de la creación y no necesita a nadie que le cuide.
Es un tipo de dios que es todopoderoso, y omnipotente, no se parece a los seres humanos en su imperfecciones y deficiencias, al que se atribuye cada perfección propia de su naturaleza divina, y del que se aleja toda imperfección y defecto que no corresponde a su naturaleza divina.
Pero puede que aquí surja una pregunta: ¿Es la concepción del verdadero Dios mencionada más parecida a la ideología cristiana o a islámica?
Hablaremos de la concepción cristiana de Dios comparada con la concepción islámica para saber cuál encuentra la mente humana más aceptable y razonable, cuál es más creíble, cuál es inaceptable e irrazonable, y cuál es irracional y fútil, absurda, e ilógica como el ateísmo.
La deidad
Uno de los nombres y atributos de Dios es “la Deidad”. El verdadero dios de este universo en el que puede creer la mente humana debe ser “la Deidad”, un nombre que necesariamente implica la comunicación de Su divinidad a la humanidad, el derecho a ser adorado, la obligación de la humanidad de adorarle a Él solo y la explicación de los actos de adoración
La Deidad en Islam
El nombre de “la Deidad” se le da merecidamente a Dios en Islam. En el Corán, encontramos incontables versos que indican que Dios (“Allah” en árabe) es el verdadero Dios, que Él es el merecedor de ser adorado, y que ordenan adorarle. Por ejemplo, leemos:
¡Hombres! Adorad a vuestro Señor que os ha creado a vosotros y a los que os precedieron. Tal vez así os guardéis. (Al-Baqara 2:21)
También leemos:
Di: ¡Gente del Libro! Venid a una palabra común para todos: Adoremos únicamente a Allah, sin asociarle nada y no nos tomemos unos a otros por señores en vez de Allah. Y si vuelven la espalda, decid: ¡Sed testigos de que somos musulmanes! (Aal Imran 3:64)
En el glorioso Corán y la sunna profética, encontramos muchos textos que explican cómo adorar a Dios. Por ejemplo, el Corán indica que la adoración de Dios implica ofrecerle oración. Leemos:
Yo soy Allah, no hay más dios que Yo, adórame y establece la oración para recordarme. (Taha 20:14)
El Corán también señala que la adoración de Dios conlleva inclinarse y postrarse en referencia a la oración, así como hacer buenas obras. Leemos:
¡Vosotros que creéis! Inclinaos y postraos, adorad a vuestro Señor y haced el bien para que así podáis tener éxito. (Al-Hayy 22:75)
La Deidad en el cristianismo
En el cristianismo, tenemos una concepción de Jesús como uno de tres personas que constituyen a Dios, a pesar de que a Jesús no se le puede dar el nombre de “la Deidad”, ya que él no dijo que fuese Dios, ni siquiera uno de tres personas que forman a Dios, ni se proclamó el derecho a ser adorado, ni ordenó que se le adorase, ni explicó cómo adorarle.
Por el contrario, encontramos que indica que tenía a Dios como nosotros más de una vez en la Biblia. En el Nuevo Testamento, leemos: “Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 26:46)
También leemos: “Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” (Juan 20:17)
Además, en el Nuevo Testamento, no encontramos palabras de Jesús indicando su derecho a ser adorado, ni una orden a la gente para que le adore. Más bien, encontramos que Jesús indica a la adoración de Dios únicamente y niega el derecho de cualquier otro a ser adorado. Por ejemplo, en el Nuevo Testamento, encontramos que Jesús respondió a Satanás cuando este intentó tentarle a que le adorase, diciendo: “Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.” (Mateo 4:10)
Jesús explicó cómo adorar y rezar a Dios. El Nuevo Testamento cita Jesús cuando dijo: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” (Mateo 6:9-13)
El Nuevo Testamento menciona que Jesús mismo adoraba y rezaba a Dios. Por ejemplo, leemos: “Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.” (Mateo 14:23)
También leemos: “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.” (Mateo 26:39)
Después de todo, se hace suficientemente evidente que la concepción islámica de Dios (“la Deidad”) suena bastante razonable y racional, mientras que la concepción cristiana es irrazonable e irracional ya que la divinidad de Jesús habría requerido que él mismo se presentase como Dios, que proclamase el derecho a ser adorado, que ordenase que se le adorara y que explicase cómo se le debía adorar.
Sin embargo, Jesús confirmó la divinidad de Dios (llamado “Padre” en el cristianismo) solo, llamó a Su adoración únicamente, prohibió adorar a ningún otro, explicó cómo adorarle, y, lo que es más, él mismo adoraba y rezaba a Dios. ¿Cómo puede Jesús ser Dios?