La recompensa de la mujer en el Otro Mundo en Islam
El Islam no solo hace mención de la recompensa del otro mundo para el hombre, sino que también se refiere a la recompensa del otro mundo para la mujer, de igual manera. Sobre la recompensa en el otro mundo de la mujer en el Corán, leemos:
“Y su Señor les responde: No dejaré que se pierda lo que haya hecho ninguno de vosotros, sea varón o hembra. Unos procedéis de otros.
Y a quienes emigraron, tuvieron que dejar sus casas, fueron perjudicados en Mi camino, combatieron y fueron matados, les cubriré sus malas acciones y los pondré en jardines por cuyo suelo corren los ríos como recompensa de parte de Allah. Y Allah tiene junto a Sí la “hermosa recompensa“. (Al ‘Imran 3: 195)
También leemos:
“No ansiéis aquello con lo que Allah ha favorecido a unos sobre otros. Los hombres tendrán una parte de lo que se hayan ganado y las mujeres tendrán una parte de lo que se hayan ganado. Pedidle a Allah Su favor. Realmente Allah es Conocedor de todas las cosas”. (An-Nisa’ 4:32)
Y leemos:
“Y quien haga acciones de bien, sea varón o hembra, y sea creyente…esos entrarán en el Jardín y no se les hará ni una brizna de injusticia”. (An-Nisa’ 4: 124)
La recompensa de la mujer en el Otro Mundo en en cristianismo
El Cristianismo se contenta con citar la recompensa en el otro mundo para el hombre solo, se menciona en masculino y no en la forma femenina. Por ejemplo, en el Nuevo Testamento, leemos:
“Y al ver las multitudes, subió al monte y se sentó. Y vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra […]”. (Mateo 5: 1-11)
También leemos
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos”. (Mateo 10: 32-33)