Mi nombre en el Islam es Yasin. Fue el nombre que me otorgó Nafia el día que finalmente hice mi shahada ante la comunidad musulmana en México. Tengo 31 años, estoy felizmente casado con mi querida esposa Valentina desde hace siete años y, ¡alhamdulillah!, somos los felices padres de Ilyas Nim. Hace más de diez años me encuentro en un proceso de regeneración de mi relación con la naturaleza y con la vida. Soy permacultor y soy musulmán. Desde hace más de siete años habito en una región al sur del estado de Veracruz, en la costa del Golfo de México, conocida como Los Tuxtlas. En este lugar decidí establecer mi hogar y desde este sitio trato de vivir con la congruencia que Allah enseña en el Corán y también con la figura del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él.
Mi acercamiento al Corán y a la vida del Profeta Muhammad fue a través de la lectura. La lectura y yo hemos estado conectados por divino mandato, divina gracia, divina providencia, que me ha permitido encontrar guía en este mundo, y si Allah quiere, en esta vida y en la que sigue. No es casualidad, pues, que mi shahada haya sido fuertemente influenciada por un libro, el texto Green Deen de Ibrahim Abdul Matin. En este libro, el autor nos habla de su experiencia como musulmán norteamericano, comprometido con las causas sociales y ambientales de su comunidad local y su país. Hace hincapié en temas fundamentales para la existencia y permanencia de la vida en la Tierra, como son: la energía, la comida, el agua y los residuos. Allah, a través de sus Mensajeros y sus Libros revelados nos recuerda constantemente que cuidemos la Tierra, nuestro hogar. Como huéspedes de la naturaleza no hemos aprendido a comportarnos como es debido y hemos deteriorado no solamente los medios para nuestra supervivencia más inmediata, sino que también nos hemos privado del goce estético de la naturaleza. Seamos ambientalistas o no lo seamos, el Din del Islam está profundamente alineado con cultivar relaciones prudentes, o mejor dicho, saludables con nuestro ambiente social, económico y ambiental, por lo que al leer este libro me convencí de que quería saber más acerca de las personas que tienen como modelo de comportamiento y carácter al Profeta Muhammad.
En el apartado donde el autor habla de la energía, menciona a una comunidad musulmana que vive en México, en el estado de Chiapas. Esta información me llevó a buscar señales de la existencia de esta comunidad. Efectivamente, me encontré que había una comunidad musulmana en Chiapas y que en realidad llevaban bastante tiempo establecidos. Visité la página web www.islammexico.org.mx, así como también otras páginas web de comunidades musulmanas en México, poniéndome en comunicación con Omar Weston y con Nafia.
Después de algunas visitas al centro Ibn Jaldún, ubicado en la Ciudad de México, donde la comunidad musulmana ofrece sus publicaciones y también algunos seminarios para acercar a la gente a los musulmanes y a su gran legado, decidí hacer el salto de fe, decidí pronunciar mi Shahada. Ese día Nafia me presentó a su hijo, Hafiz Umar, dejándome prácticamente en sus manos para que me transmitiera lo básico que debía yo saber acerca del wudu, la oración, la shahada y los primeros pasos de un musulmán. Para la hora de magrib ya había yo entendido muchas cosas. Gracias a esta transmisión directa al momento de la oración de isha ya me sentía mucho más seguro y firme en mi intención y propósito. Participé en la oración y en el wird, y al finalizar, realicé mi shahada, sujetando la firme mano de Nafia: “La ilaha illallah, Muhammad rasulullah”, después de lo cual recibí el nombre de Yasin. Este momento, muy emotivo, cerró con una cena en común, abundante en baraka, en la cual participamos todos los presentes. Muchos detalles hermosos, providenciales, sucedieron en mi interior y mi exterior. Ese día, al salir del Centro Ibn Jaldún, era pero no era ya el mismo. Algo en mí había cambiado profundamente, un cambio de retorno, un cambio hacia el reconocimiento de la Verdad y la Realidad con mayúsculas, una intención fuerte con una visión más clara.
Y sólo Allah sabe lo que mostramos y lo que escondemos y a Él habremos de regresar.