La indulgencia es una de las cualidades más valiosas.
Ciertamente, la indulgencia es un atributo de Dios, del cual proviene uno de Sus Más Hermosos Nombres. En el Islam, Dios es “Paciente” o “Indulgente”. En el Corán, Dios se describe a sí mismo a menudo como “Indulgente”. Por ejemplo, Dios dice:
Dios no toma en cuenta la vanidad de vuestros juramentos, pero sí lo que queda en vuestros corazones. Dios es Perdonador e Indulgente. (Al-Baqarah 2:225)
Dios también dice:
Una palabra conveniente y perdón es mejor que una limosna acompañada de agravio. Dios es Rico e Indulgente. (Al-Baqarah 2:263)
También dice:
Y les hará entrar por una entrada que les complacerá. Verdaderamente Dios es Conocedor, Indulgente. (Al-Hayy 22:59)
Dios también dice:
Si hacéis un hermoso préstamo a Dios, Él os lo devolverá multiplicado y os perdonará. Dios es Agradecido e Indulgente. (At-Taghabun 64:17)
La indulgencia también es una característica de los profetas y mensajeros de Dios. Dios elogia a algunos profetas, como al profeta Abraham, por tener esta característica. Dios dice:
Ciertamente Abraham era compasivo e indulgente. (At-Taubah 9:114)
Dios también dice:
Es cierto que [Abraham] era indulgente, movido por la compasión y siempre se volvía [a Dios]. (Hud 11:75)
Dios también elogia al profeta Ismael por su indulgencia incluso antes de su nacimiento. Dios dice:
Y le dimos las buenas nuevas de un niño indulgente. (As-Saffat 37:101)
Además, la indulgencia era una de las tradiciones de los mensajeros y los profetas de Dios. El profeta Muhammad dijo: “(Las siguientes) cinco cosas forman parte de las tradiciones de los mensajeros de Dios: la modestia, la indulgencia, el siwak (cepillo de dientes), el perfume y utilizar las manos como cuenco”. (At-Tabarani)
Ya que la indulgencia es un atributo de Dios y una tradición de sus profetas y mensajeros, se considera para Dios una razón de amar a un siervo. El profeta Muhammad le dijo una vez a Ashaj Abdul-Qays: “Ciertamente, tienes dos cualidades que Dios ama: la indulgencia y la longanimidad”. (Muslim)
De hecho, la indulgencia es una de las cualidades más amadas por Dios. El profeta Muhammad dijo: “La deliberación es de Dios, mientras que las prisas son del diablo. No hay nadie que acepte más excusas que Dios. No hay nada tan amado por Dios como la indulgencia.” (Abu Yala y Al-Bayhaqy)
La contención de la ira es una de las cualidades de la gente recta a la que Dios promete el perdón y admisión al paraíso. Dios dice:
Acudid prestos hacia un perdón de vuestro Señor y a un jardín preparado para los temerosos, cuyo ancho son los cielos y la tierra. Esos que dan en los momentos de desahogo y en los de estrechez, refrenan la ira y perdonan a los hombres. Dios ama a los que hacen el bien. (Aal Imran 3:133-134)
El profeta Muhammad elogió a esa gente que muestra indulgencia y refrena la ira. Dijo: “La persona fuerte no es el buen luchador. Más bien, la persona fuerte es aquel que se controla a sí mismo cuando está enfadado”. (Al Bujari y Muslim)
El profeta Muhammad solía advertir acerca del enfado. Abu Hurairah relató que un hombre dijo al profeta: “Dame consejo”. El profeta Muhammad le dijo: “No te enfades”. Entonces el hombre le pidió consejo más veces y cada vez el profeta le aconsejaba: “No te enfades”. (Al Bujari)
El profeta Muhammad nos instruyó que supliquemos a Dios para librarnos del enfado. Ibn Jarir At-Tabari relató en su exégesis que Umm Salama dijo: “Yo me pregunto, oh mensajero de Dios, ¿me podrías enseñar una súplica que pueda hacer yo sola?” Él respondió: “Sí, di: ‘Oh Dios, Señor del Profeta Muhammad, perdona mis faltas, libra mi corazón de la ira y protégeme de las pruebas que desvían’”.
Contener el enfado tiene un enorme mérito en el Islam. Ya que el enfado es la razón por la cual se cometen muchas faltas, Dios promete al que refrena su enfado que le salvará de Su castigo. Anas ibn Malik relató que el mensajero de Dios dijo: “Aquel que refrene su enfado estará a salvo del castigo de Dios”. (At-Tabarani)
Retener el enfado tiene una gran recompensa junto a Dios. Abdullah ibn Umar transmitió que el profeta Muhammad dijo: “Un siervo no reprime nada por lo que pueda recibir mayor recompensa que por un sentimiento de enfado que reprima por la causa de Dios”. (Ibn Maya)
Además, el profeta Muhammad dijo: “Aquel que reprima su ira, pudiendo darle rienda suelta, será llamado por Dios en el Día del Juicio enfrente de todas las criaturas y le dará las mejores huríes”.
Para controlar, refrenar y suprimir el enfado, al musulmán se le recomienda cambiar su posición de estar de pie a estar sentado, o de estar sentado a estar tumbado. Abu Dhar relató que el profeta Muhammad dijo: “Si alguno de vosotros se enfada estando de pie, que se siente. Si el enfado todavía no se puede controlar, que se tumbe”. (Ahmed y Abu Daud)
A una persona que esté enfadada se le recomienda hacer la ablución para que el enfado se libere. El profeta Muhammad dijo: “El enfado es del diablo, y el diablo está creado de fuego. El fuego se extingue con agua. Si alguno de vosotros se enfada, que haga la ablución”. (Abu Daud)
¡En cuántas ocasiones mostró el profeta Muhammad indulgencia hacia la gente y refrenó su enfado! Anas bin Malik relató: “Cuando andaba junto al Mensajero de Dios, que llevaba una prenda Nayrani con un bordado grueso, un beduino adelantó al profeta y tiró de su prenda con fuerza. Miré al lado del hombro del profeta vi que el bordado de la prenda había dejado una marca por lo violento del tirón. El beduino dijo: “¡Oh Muhammad! Ordénales que me den algo de la propiedad de Dios que tú posees”. El profeta se volvió hacia él, sonrió y ordenó que se le diese algo”. (Al Bujari)
Además, Abu Huraira relató que un hombre vino al Profeta exigiendo que se le pagasen sus deudas y se comportó de manera grosera. Los compañeros del Profeta se disponían a hacerle daño, pero el mensajero de Dios les dijo: “Dejadle, pues el acreedor tiene derecho a hablar”. El Mensajero de Dios entonces dijo: “Dadle un camello de la misma edad que el suyo”. La gente dijo: “Oh Mensajero de Dios, solo hay un camello que es mayor que el suyo”. El Mensajero de Dios dijo: “Dádselo, pues el mejor de vosotros es aquel que paga los derechos de otra persona generosamente”. (Al Bujari)